Ofer Aderet
Haaretz
Traducido del inglés
para Rebelión por J. M.
Abd al-Qadir al-Husayni
estudia mapas con sus ayudantes, entre ellos Kassim Rimawi. Guardias
del cuerpo y otros combatientes están detrás de ellos. Sin fecha.
Chalil Rissas (Rassass)
Fotos y películas
palestinas incautadas por las tropas israelíes han estado acumulando
polvo en el ejército y archivos del Ministerio de Defensa hasta que
la doctora Rona Sela, restauradora e historiadora del arte, las
expuso. Dice que el material presenta una alternativa a la historia
sionista que negaba la existencia de los palestinos aquí.
La reacción inicial es
de incredulidad: ¿Por qué se almacena este material en dependencias
del ejército de Israel y en el Ministerio de Defensa? El primer
elemento está marcado, en hebreo, “La historia de Palestina desde
1919”, el segundo “pinturas de los niños que van a la escuela,
viven en un campo de refugiados y aspiran a volver a Palestina”. El
tercero es “Descripción del maltrato del ejército israelí a los
palestinos en los territorios“.
Entre todos los lugares,
estos tres rollos de película de 16 mm que documentan las
actividades militares y de seguridad de Israel están almacenados en
el archivo central, situado en Tel Hashomer, cerca de Centro Nacional
de Reclutamiento del ejército, en las afueras de Tel Aviv.
Estas tres piezas son
apenas una gota en un océano de unas 38.000 películas, 2,7 millones
de fotografías, 96.000 grabaciones de audio y 46.000 mapas y
fotografías aéreas que han sido recogidas en el archivo del
ejército desde 1948 por orden del primer ministro y ministro de
Defensa de Israel David Ben Gurion. Sin embargo una lectura más
detallada muestra que esta particular “gota en el océano” es
subversiva, excepcional y altamente significativa.
El material en cuestión
es parte de una colección -cuyo tamaño exacto y los detalles siguen
siendo desconocidos- de películas “botín de guerra” incautadas
por el ejército israelí de los archivos palestinos en redadas en
los últimos años, aunque principalmente en la Guerra del Líbano de
1982.
Sin embargo recientemente
y después de una batalla legal persistente y prolongada, las
películas confiscadas en el Líbano, que habían estado acumulando
polvo durante décadas -en lugar de ser proyectadas en filmotecas u
otros lugares de Israel- han sido rescatadas del olvido junto con
numerosas fotos fijas. La persona responsable de este acontecimiento
es la doctora Rona Sela, restauradora e investigadora de historia
visual de la Universidad de Tel Aviv.
Rona Sela. Sharon
Bareket. “Saqueados y ocultos, archivos palestinos en Israel”. Un
cartel de la película
Durante casi 20 años
Sela ha estado explorando la memoria visual sionista y palestina.
Tiene una serie de revelaciones y descubrimientos importantes en su
haber, que se han publicado en forma de libros, catálogos y
artículos. Entre los títulos en idioma hebreo están “Fotografía
en Palestina / Eretz-Israel en los años 30 y 40” (2000) y “Hecho
público: Las fotografías palestinas en archivos militares de
Israel’ (2009). En marzo se publicó un artículo en
English-language periodical Social Semiotics “La genealogía borrón
del saqueo - Control de Archivos de Israel sobre los palestinos”.
Ahora Sela ha hecho su
primera película, “Saqueados y ocultos, archivos palestinos en
Israel”, un documental en inglés que examina el destino de
fotografías y películas palestinas que fueron “capturadas” y
depositadas en archivos israelíes. Incluye segmentos hasta ahora no
vistos de películas incautadas por el ejército israelí de los
archivos palestinos en Beirut. Estos registros documentales, dice
Sela, “fueron borrados de la conciencia y de la historia” desde
hace décadas.
Conseguir acceso a las
películas no fue fácil, explica Sela. Su viaje por los archivos
comenzó en 1998, cuando estaba investigando películas de propaganda
sionistas y fotos que pretendían retratar el “nuevo judío”
-musculoso, orgulloso de labrar la tierra- en contraposición -según
la percepción sionista- de la figura supuestamente tosca de los
árabes palestinos.
“Después de pasar unos
años en el Archivo Central sionista en Jerusalén y en otros
archivos sionistas, investigando la historia de la fotografía
sionista y la construcción de un aparato de propaganda visual que
apoya la idea sionista, empecé a buscar la representación visual
palestina también, para aprender sobre la narrativa palestina y
rastrear sus orígenes y la influencia“, dice la doctora.
Esa tarea era mucho más
complicada de lo que nadie podría haber imaginado. En algunas de las
películas y fotografías sionistas Sela pudo discernir, a veces
incidentalmente, episodios de la historia palestina que fueron
“infiltrados”, como dice ella. Por ejemplo, en Carmel Newsreels
(tomas de prensa semanal proyectadas en los cines locales) de 1951,
que muestran la colonización de los judíos en Jaffa, donde se ve
bien claramente la demolición de casas árabes abandonadas.
Posteriormente Sela vio
huellas y restos de un verdadero archivo palestino visual que
aparecía ocasionalmente en los archivos israelíes. Esas huellas no
fueron evidentes de inmediato, parecía un tesoro difícil de
alcanzar, oculto aquí y allá bajo capas de restricciones, borrones
y revisiones.
Un día se dio cuenta de
que en el archivo de la milicia preestatal Haganah había imágenes
fijas que llevan el sello de “Foto Rissas”. Buscando más
profundamente descubrió la historia de Chalil Rissas (Khalil
Rassass, 1926-1974), uno de los padres del fotoperiodismo palestino.
Es desconocido para el público en general, tanto para los palestinos
como para Israel, pero según Sela era un “audaz e innovador
fotógrafo” que, motivado por un sentido de conciencia nacional
documentó la lucha palestina antes de 1948.
Posteriormente se
encontró con cientos de sus fotografías, acompañadas de leyendas
escritas por soldados o personal del archivo de Israel que habían
tratado de imponer una narrativa sionista con esas leyendas y
desconectarlas de su contexto original. El propietario de las
fotografías era un joven judío que las recibió de su padre, un
oficial del ejército israelí que las trajo consigo como botín de
la Guerra de la Independencia.
Una marcha en King
George Boulevard (ahora Jerusalén Boulevard) en Jaffa. La foto sin
fecha (probablemente tomada a principios de 1948) fue obtenida de la
oficina de Al-Haj Ibrahim, de Haifa. Fotógrafo desconocido, archivo
oficial del ejército de Israel del libro 'Hecho Público'
Obras olvidadas
El descubrimiento no
tiene precedentes. En contraste con las imágenes de propaganda
sionistas que exaltaban el heroísmo de las tropas judías y apenas
hacen referencia a los palestinos, las fotografías de Rissas eran
principalmente de combatientes palestinos, incorporan una postura
palestina orgullosa, se centraron en la lucha nacional y militar y
sus resultados, incluyendo el entrenamiento militar de los palestinos
y el despliegue para la batalla.
“Me di cuenta de que
había encontrado algo significativo, un enorme escondite de obras de
uno de los padres de la fotografía palestina que había sido el
primero en dar expresión visual a la lucha palestina”, recuerda
Sela. “Pero cuando traté de aprender más acerca de Chalil Rissas,
entendí que era un fotógrafo olvidado, que nadie sabía nada de él,
ni en Israel ni en otro lugar”.
Acto seguido Sela decidió
estudiar el tema por sí misma. En 1999 rastreó al hermano de
Rissas, Wahib, que trabajaba como fotógrafo de turistas en el Monte
del Templo / Haram a-Sharif en la ciudad vieja de Jerusalén. Él le
contó la historia de la vida de Chalil. Resultó que había
acompañado a las tropas y a los líderes palestinos, documentando
visualmente las batallas libradas por los residentes de la zona de
Jerusalén durante la Guerra de Independencia de 1948. “Era un
hombre joven que eligió la cámara como instrumento para cambiar la
conciencia de la gente”, dice Sela.
Alrededor de 2007 se
descubrió el archivo de otro fotógrafo palestino olvidado, Ali
Za'arur (1900-1972), del pueblo Azzariyeh, al este de Jerusalén.
Cerca de 400 de sus fotos fueron preservadas en cuatro discos.
También representan escenas de la guerra de 1948, en la que Za'arur
acompañó a las fuerzas de la Legión Árabe de Jordania y documentó
la batalla por la ciudad vieja de Jerusalén. Fotografió a los
muertos, las ruinas, los cautivos, los refugiados y los
acontecimientos del alto el fuego.
En la Guerra de los Seis
Días de 1967, Za'arur huyó de su casa por un corto tiempo. Cuando
regresó, descubrió que los álbumes de fotos habían desaparecido.
Se supo que un pariente los había dado al alcalde de Jerusalén,
Teddy Kollek, como un regalo. Después la Fundación Jerusalén los
donó al archivo del ejército. En 2008, en un acto sin precedentes,
el archivo devolvió los álbumes a la familia de Za'arur. La razón,
presume Sela, es que los discos fueron capturados por el ejército en
la batalla. En cualquier caso esto fue, hasta donde se sabe, un caso
único.
Sela se animó a partir
de los descubrimientos que había hecho y al darse cuenta de que “con
un trabajo sistemático sería posible descubrir más archivos
palestinos que terminaron en manos israelíes”.
Ese trabajo fue triple:
la investigación de archivos para localizar fotografías y películas
palestinas que habían sido incorporadas a archivos israelíes;
mantener reuniones con los mismos fotógrafos palestinos o miembros
de sus familias y localizar a los soldados israelíes que habían
tomado parte en el “aprovechamiento de estos despojos visuales” y
traerlos a Israel.
En el curso de su
investigación, Sela se reunió con algunas personas fascinantes,
entre ellas Khadijeh Habashneh, una cineasta palestina residente en
Jordania que encabezó el archivo y la cinemateca del Instituto de
Cine palestino. Esa institución, que existió desde finales de la
década de 1960 hasta principios de los 80, inicialmente en Jordania
y luego en el Líbano, fue fundada por tres cineastas palestinos
pioneros -Sulafa Jadallah, Hani Jawhariyyeh y Mustafa Abu Ali (esposo
de Habashneh)- que buscaban documentar la forma de vida y la lucha
nacional de su pueblo. Tras los acontecimientos de Septiembre Negro
en 1970, cuando el ejército jordano y la OLP se enfrentaron en una
guerra intestina sangrienta, los realizadores se trasladaron a Líbano
y restablecieron el ICP en Beirut.
En un encuentro con
Habashneh en Amman en 2013 Sela escuchó la historia de los archivos
palestinos que desaparecieron, una historia que incluye en su nuevo
documental. “¿Por dónde empezar cuando fue destruido tanto
material, cuando un proyecto de vida se viene abajo?”, dijo
Habashneh a Sela. “Todavía puedo ver a esos jóvenes pioneros,
valientes, imbuidos de ideales, revolucionarios, que crearon imágenes
y películas documentando la revolución palestina que el mundo no
quiere ver. Se negaron a dejarlos sin rostro y sin identidad“.
El archivo de Habashneh
contenía obras olvidadas que documentaban el sufrimiento de los
palestinos en los campos de refugiados, la resistencia a Israel y las
batallas contra el ejército israelí, así como la vida cotidiana.
El archivo contenía las películas y la materia prima de los
realizadores del ICP, pero también recogió otras películas
palestinas anteriores, tanto de antes como de después de 1948.
Un campo de refugiados
junto al mar, de las películas saqueadas por el ejército israelí
en Beirut en los años 80.
Una escuela en un campo
de refugiados, de las películas saqueadas por el ejército israelí
en Beirut en los años 80.
Esta actividad refleja
“un espíritu de liberación y de revuelta en los días de la
revolución”, dice Habashneh en la película de Sela, en referencia
a los primeros años del movimiento nacional palestino. Ese espíritu
fue capturado en fotografías clandestinas y con un presupuesto
mínimo, en una película que se desarrolló en las cocinas de las
personas, proyectada en tiendas de campaña en campos de refugiados y
distribuidas en el extranjero. Se documentaron mujeres, niños,
combatientes, intelectuales y personalidades de la cultura, amén de
eventos de importancia histórica, relató Habashneh. “Por lo que
se sabe este fue el primer archivo visual oficial palestino”,
señala Sela.
En su conversación con
Sela, Habashneh recordó con nostalgia otros mejores tiempos, cuando
las películas palestinas fueron seleccionadas en una cinemateca de
Beirut junto a otras obras con un “espíritu revolucionario”, de
Cuba, Chile, Vietnam y otros lugares. “Estábamos en contacto con
realizadores de otros países que vieron la cámara como un
instrumento en las manos de la revolución y la lucha del pueblo”,
recordó.
Un campo de refugiados
fangoso, de las películas saqueadas por el ejército israelí en
Beirut en los años 80.
“Una interesante
cooperación cultural se llevó a cabo en estas zonas, centrada
alrededor del cine revolucionario”, señala Sela y agrega “Beirut
estaba viva, con un innovador florecimiento cultural sin precedentes,
y era absolutamente sorprendente en términos de su importancia
visual”.
Pero en 1982, después de
que el ejército israelí entrara en Beirut, ese archivo desapareció
y nunca se volvió a ver. La misma suerte corrieron dos películas
realizadas por la misma Habashneh, una sobre los niños y la otra
sobre las mujeres. En el documental de Sela, Habashneh pregunta en
voz alta acerca de las circunstancias en las que la increíble
colección desapareció. “¿Es nuestro destino vivir una vida sin
pasado? ¿Sin una historia visual?”, se pregunta. Desde entonces ha
logrado reconstruir una pequeña parte del archivo. Algunas de las
películas se presentaron en los Estados Unidos, donde se enviaron
para revelarlas. Las copias de algunas otras permanecieron en las
salas de cine de varios países en los que fueron seleccionadas.
Ahora, a los 70 años, Habashneh continúa su misión, a pesar de
que, como le dijo a Sela durante una conversación temprana, “el
destino del archivo sigue siendo un enigma”.
“Ellos nos marcaron”
Lo que Habashneh no fue
capaz de lograr en un comienzo en 1982 como parte de una búsqueda en
todo el mundo, Sela logró hacerlo en el transcurso de unos pocos
años de investigación en Israel. Empezó por la localización de un ex-soldado del ejército que le informó acerca del día en que
llegaron varios camiones al edificio en Beirut que albergaba una
serie de archivos palestinos y comenzó a vaciarlo. Ese testimonio,
con el apoyo de una fotografía, era crucial para Sela, ya que
corroboró los rumores e historias sobre que los archivos palestinos
se llevaron a Israel.
El mismo soldado añadió
que se llenó de miedo cuando vio, entre las fotos que fueron
confiscadas del archivo, algunas que documentaron soldados israelíes
en los territorios. Él mismo aparecía en una de ellas. “Nos
marcaron”, dijo a Sela.
Otro ex-soldado habló a
Sela de un álbum de fotos inusual que fue obtenido de la casa de la
prominente familia Nashashibi en Jerusalén, en 1948. El soldado
añadió que su padre, que había servido como oficial del ejército
en la Guerra de la Independencia, entró en un estudio fotográfico y
se hizo con su archivo, mientras otros soldados estaban ocupados
saqueando pianos y otros objetos de valor de la familia Nashashibis.
Otro ex-soldado declaró haber tomado una foto del cadáver de un
árabe. Con el tiempo todas estas imágenes encontraron su camino en
los archivos en Israel, en particular, en el archivo del ejército.
En 2000 Sela, impulsada
por sus primeros hallazgos, solicitó permiso de ese archivo para
investigar los materiales visuales que habían sido tomados por el
ejército en la década de 1980. La respuesta inicial fue negativa:
el material no estaba en manos de Israel, le dijeron.
“Pero yo sabía lo que
estaba buscando, porque tenía testimonios de los soldados”, dice
ahora, añadiendo que cuando ella persistió en su solicitud se
encontró con “dificultades, diversas restricciones y el boicoteo
de las posibilidades de examinar el material”.
Texto elaborado en la
película 'Memorias y Fuego' (director: Ismail Shammout). De las
películas saqueadas por el ejército israelí en Beirut en los años
80.
El avance se produjo
cuando se solicitó la ayuda de los abogados Michael Sfard y Shlomi
Zacharia, en 2008. Para empezar recibieron la noticia, confirmada por
el asesor legal del Ministerio de Defensa, de que varios de los
botines tomados en Beirut eran ahora parte del archivo del ejército.
Sin embargo se informó a Sela posteriormente de que el “archivo
fotográfico de la OLP”, como se refiere el Ministerio de Defensa
en general a materiales fotográficos tomados de los palestinos, es
“material de archivo en materia de asuntos exteriores y de
seguridad y como tal es 'material restringido' definido en el
artículo 7 (a) del Reglamento de Archivos”.
Así las cosas, un día
de 2010 Sela recibe un fax que le informaba de que las películas
palestinas se habían encontrado en el archivo del ejército, sin
entrar en detalles, e invitándola a verlas. “Había unas pocas
docenas de segmentos de películas y yo estaba sorprendida por lo que
vi”, dice. “Al principio me mostró sólo una cantidad muy
limitada de material de archivo, pero era indicativo de la totalidad.
Sobre la base de mi experiencia comprendí que había algo más“.
Pasaron unos pocos años
más de lo que Sela llama de “persistencia sin fin, conversaciones
y correspondencia” y durante los cuales estuvo autorizada a ver
docenas de segmentos de películas adicionales, incluyendo algunos
que aparentemente provenían del archivo de Habashneh. Sela también
descubrió otro archivo palestino que había sido arrebatado por el
ejército israelí. Establecido bajo los auspicios de la Sección
Cultural de Artes de la OLP, su director en la década de 1970 fue el
pintor e historiador nacido en Lod, Ismail Shammout (1930-2006).
Una de las obras de esa
colección es la propia película de Shammout, “La Llamada
urgente”, cuyo tema principal fue escrito e interpretado en inglés
por la cantante palestina Zainab Shathat, acompañándose con la
guitarra. “La película se creía perdida hasta que la encontré en
el archivo del ejército, dice Sela, que describe “La Llamada
urgente” como “un grito por la situación de Palestina, sus hijos
y sus hijas”. Mirándola hace retroceder en el tiempo a finales de
1960 y principios de los 70, cuando el cine documentando la lucha
palestina conectaba brevemente con otros movimientos revolucionarios
de cine internacionales.
Por ejemplo en 1969 y
1970, Jean-Luc Godard, el legendario director de cine de la nueva ola
francesa del cine, visitó Jordania y el Líbano varias veces con el
Grupo de Dziga Vertov de cineastas franceses (llamado así por el
documentalista pionero soviético de los años 1920 y 30). En el
grupo estaba el realizador Jean-Pierre Gorin, que trabajó con Godard
en su período “radical”. Llegaron a grabar imágenes en campos
de refugiados y en las bases de los fedayines para la película de
Godard “Hasta la Victoria”. Habashneh dijo a Sela que ella y
otros se habían reunido con Godard, le asistieron y por supuesto
fueron influenciados por su trabajo.
Junto con “La Llamada
urgente” - extractos que están incluidos en su documental
“Saqueados y Ocultos”- Sela también encontró otro trabajo de
Shammout en el archivo del ejército, titulado “Fuego y Memorias”,
que narra la historia palestina del siglo XX, “de los días que
describen la vida idílica en Palestina, a través de la
documentación de refugiados, de la documentación de la organización
y la resistencia. Para utilizar los términos del estudioso del cine
palestino y director de cine George Khleifi, el luchador agresivo
tomó el lugar del refugiado desdichado“, añade.
Sela también encontró
material de archivo del director iraquí Kais al-Zubaidi, que trabajó
durante un tiempo en la Sección Cultural de Artes de la OLP. Sus
películas de ese período incluyen “Lejos de Casa” (1969) y “The
Visit” (1970); en 2006 publicó una antología, “Palestina en el
Cine”, una historia sobre el tema, que menciona unas 800 películas
que tienen que ver con Palestina o el pueblo palestino.
Algunas de las películas
palestinas del Archivo del ejército llevan sus títulos originales.
Sin embargo, en muchos otros casos, este material de archivo fue re-catalogado para adaptarse a la perspectiva israelí, de manera que
los palestinos “combatientes” se convirtieron en “bandas” o
“terroristas”, por ejemplo. En un caso una película sobre el
entrenamiento con armas está catalogada como “campamento
terrorista en Kuwait: distribución de los uniformes, las niñas que
se arrastran con las armas, los terroristas que marchan con las armas
en las colinas, instrucción en armas e instalación de minas”.
Sela: “Estas películas
e imágenes fijas, aunque no están hechas por cineastas
judíos/israelíes o unidades militares -que es el criterio central
para el depósito de materiales en el archivo del ejército israelí-
fueron transferidas al archivo del ejército y sometidas a las reglas
del Estado de Israel El archivo de inmediato las selló durante
muchas décadas y las catalogó según su terminología -que es
sionista, judía e israelí- y no de acuerdo con la terminología
palestina original. Vi algunas donde se escribió la palabra
'terroristas' en las fotografías tomadas por los palestinos. Pero
después de todo, ellos no se llaman a sí mismos como tales. Es
parte de camuflaje terminológico, que subordina su trabajo creativo
al proceso colonial en el que el ocupante controla el material que ha
capturado”.
Los descubrimientos de
Sela, que son de importancia internacional, no son sólo una
investigación, documentación y logro académico. También
constituyen un gran avance en lo que se refiere a la crónica de la
historia palestina. “La historiografía visual palestina carece de
muchos capítulos”, observa. “Muchas fotografías y archivos
fueron destruidos, se perdieron, tomados como botín y despojados en
las diversas guerras y en el curso del conflicto palestino-israelí”.
Desde su punto de vista,
la recogida sistemática de materiales visuales palestinos en el
archivo del ejército “hace que sea posible escribir una historia
alternativa que contrarresta el contenido creado por el ejército y
el archivo militar, impulsado por consideraciones ideológicas y
políticas”. En el material que se encuentra en el archivo del
ejército se ven “imágenes que representan la historia del pueblo
palestino y sus lazos de larga data con este suelo y este lugar, que
presentan una alternativa a la historia sionista que negaba la
existencia de los palestinos aquí, así como su cultura, su historia
y la prolongada tragedia que soportaron y su lucha nacional de muchos
años“.
El resultado es una
paradoja intrigante, como es frecuente encontrar cavando
profundamente en un archivo. La extensa información que Sela
encontró en el archivo del ejército hace que sea posible la
reconstrucción de la existencia de los palestinos anterior a 1948 y
ayuda a rellenar los agujeros de la narrativa palestina hasta la
década de 1980. En otras palabras, incluso si la intención de
Israel era ocultar estos elementos y controlar los tesoros históricos
de los palestinos, sus acciones en realidad ayudan al proceso de
conservación y lo seguirán haciendo en el futuro.
La investigación de Sela
de los materiales de archivo visuales fue precedida por otro estudio
pionero -de las palabras escritas- realizado por el doctor Gish Amit,
un experto en los aspectos culturales del sionismo en la Universidad
Ben Gurion del Negev. Amit hizo un registro del destino de los libros
palestinos y de las bibliotecas que, al igual que las fotografías y
las películas que Sela encontró, terminaron en archivos israelíes,
incluyendo la Biblioteca Nacional de Jerusalén.
En su libro de 2014,
“Ex-Libris: Chronicles of Theft, Preservation, and Appropriating at
the Jewish National Library” (en hebreo), Amit analiza mordazmente
el fracaso -condenado de antemano- de cualquier intento de ocultar y
controlar la historia de los demás. Según él “un archivo se
acuerda de sus olvidos y borrones”, “documenta la injusticia y
por lo tanto hace que sea posible trazar sus caminos” y “allana
el camino para historias olvidadas que pueden, algún día, condenar
a los propietarios” de los documentos.
La matanza de Tel
al-Zaatar. Fotograma de la película saqueada por el ejército
israelí en Beirut en los años 80, titulada 'palestinos: derecho a
la vida' (1978), dirigida por Kopalin Vladimi y conservada en el
archivo de la institución cinematográfica palestina. Cortesía de
Net-Film
Sin embargo Amit también
ve la complejidad de esta historia y presenta otro lado de la misma.
Al describir la operación en la que los libros palestinos fueron
recogidos por soldados israelíes y el personal de la Biblioteca
Nacional durante la Guerra de la Independencia, se plantea la
posibilidad de que esto era en realidad un acto de rescate,
preservación y accesibilidad: “Por un lado se recogieron los
libros, no se quemaron ni fueron abandonados en las casas vaciadas de
los barrios árabes que quedaron deshabitados. Si no se hubieran
recogido su destino habría sido sellado sin dejar rastro de ellos“,
escribe, y agrega que la Biblioteca Nacional “protegió los libros
de la guerra, el saqueo y la destrucción y del comercio ilegal de
manuscritos”.
De acuerdo con la
Biblioteca Nacional, hay alrededor de 6.500 libros y manuscritos
archivados que fueron tomados de viviendas particulares cuyos
propietarios dejaron en 1948. La colección completa está catalogada
y accesible al público en general, pero la responsabilidad es de la
entidad depositaria Custodio de la Propiedad de los Ausentes en el
Ministerio de Finanzas. Por lo tanto no hay intención, en un futuro
próximo, de tratar de localizar a los propietarios para la
devolución de los artículos.
Sela considera la
existencia de estos despojos de la guerra en Israel como una
expresión directa de la ocupación, que define, más allá de la
presencia física de Israel en los territorios, como “el control de
la historia, la escritura de la cultura y la formación de la
identidad”. A su juicio, “el gobierno de Israel sobre los
palestinos no es sólo geográfico, sino que también se extiende a
la cultura y la conciencia. Israel quiere borrar esta historia de la
conciencia pública, pero no está teniendo éxito, ya que la fuerza
de la resistencia es más fuerte. Por otra parte sus intentos de
borrar la historia palestina afecta adversamente el propio final de
Israel“.
En este punto Sela
recurre a una comparación íntima para ilustrar que los materiales
visuales contribuyen a la creación de la identidad personal y
colectiva. “Como hija de sobrevivientes del Holocausto,” dice,
“Crecí en un hogar sin memoria histórica fotográfica. Nada. Mi
historia comienza sólo con la unión de mis padres, en 1953. Es sólo
a partir de entonces que tenemos fotos. Antes de eso, nada.
“Yo sé lo que se
siente cuando no se tiene ni idea de cómo se veían su abuela o
abuelo, o la infancia de su padre”, continúa. “Esto es tanto más
cierto en la historia de todo un pueblo. La construcción de la
identidad por medio de materiales visuales es muy significativa.
Muchos investigadores han abordado este tema. El hecho es que las
instituciones sionistas hicieron y continúan haciendo un uso
extensivo y racional de tales materiales [también] en un período
que se extiende por décadas“.
Sela admite que todavía
hay mucho por hacer, pero en lo que a ella respecta, una vez que
apareció una grieta en la pared no hay vuelta atrás. “Hay una
gran cantidad de material, incluyendo cientos de películas, que
todavía no he llegado a ver”, señala. “Este es un tesoro
increíble, que contiene información sobre la vida cultural,
educativa, rural y urbana del pueblo palestino en todo el siglo XX,
una narrativa borrada que necesita ser incluida en los libros de
historia”, añade.
Cuando le preguntaron qué
piensa que se debe hacer con el material, afirmó: “Por supuesto
que tiene que ser devuelto. Así como Israel está constantemente
luchando para recuperar lo que los nazis obtuvieron de los judíos en
el Holocausto. La historia es diferente, pero por el mismo criterio,
practica lo que predica. Estos son materiales culturales e históricos
del pueblo palestino“.
El hecho de que estos
artículos estén retenidos por Israel “crea un gran agujero en la
investigación y el conocimiento palestino”, confirma Sela. “Es
un hoyo del que Israel es responsable. Este material no nos
pertenece. Tiene que ser devuelto a sus propietarios. Después, si lo
vemos de forma inteligente, nosotros también podemos llegar a
conocer y comprender capítulos altamente significativos en la
historia palestina y en nuestra propia historia. Creo que la primera
y fundamental etapa en el proceso de reconciliación es conocer la
historia del Otro y también la propia historia de control del Otro“.
La respuesta del
ministerio de Defensa
Un portavoz del
ministerio de Defensa -cuando se le pidió que comentara sobre las
posesiones del archivo del ejército- dijo que el archivo contiene
642 “películas botín de guerra”, la mayoría de las cuales
trata de los refugiados y fueron producidas por la UNRWA (la agencia
de las Naciones Unidas de ayuda a los refugiados) en los años 1960 y
1970. El ministerio también señaló que 158 películas que fueron
capturadas por el ejército israelí en la Guerra del Líbano de
1982, que se enumeran en la forma ordenada en el catálogo de la sala
de lectura y están disponibles para su lectura por el público en
general, incluidos los ciudadanos árabes y palestinos.
En cuanto a las
fotografías palestinas que fueron confiscadas el Ministerio de
Defensa indicó que no existe un registro ordenado de ellas. Hay 127
archivos de fotografías y negativos, cada uno de los cuales contiene
docenas de fotografías, probablemente tomadas entre los años 1960 y
1980, sobre una variedad de temas, incluyendo las visitas de
delegaciones extranjeras para el personal de la OLP, visitas de
delegaciones de la OLP en el extranjero, arte palestino y su
patrimonio, objetos de arte, vestimenta tradicional y popular
palestina, fábricas y talleres, demostraciones, desfiles y
manifestaciones masivas en poder de la OLP, retratos de
personalidades árabes y los símbolos de la OLP.
El comunicado añade que
hace unos meses se localizaron cajas que fueron selladas por sus
dueños originales, “el Departamento de Información y Orientación
Nacional y el Departamento de Información y Cultura de la OLP”,
durante la evacuación de los archivos de los almacenes en la base
Tzrifín.
Un pre-estreno de la
película de Rona Sela “Looted and Hidden – Palestinian Archives
in Israel” se llevó a cabo el 3 de julio en el Centro de Arte
Contemporáneo, de Tel Aviv, seguido de un diálogo con la directora
y Sabri Jiryis, exdirector del Centro de Investigación de Palestina,
en Beirut, del cual también el ejército israelí confiscó
material.
Ofer Aderet, corresponsal
de Haaretz
Esta traducción se puede
reproducir libremente a condición de respetar su integridad y
mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la
traducción.
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