domingo, 29 de noviembre de 2015

67 años después de su partición, Palestina sigue reclamando justicia




Hoy domingo 29 de noviembre se conmemora el Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino, una fecha que rememora la Resolución 181(II) aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1947 sobre la partición de Palestina.
Con motivo de este día, se celebran numerosos actos culturales alrededor del mundo, especialmente en la sede central de Naciones Unidas en Nueva York. Unos eventos, que por más que la comunidad internacional agradezca, no pueden ni deben limitarse a una mera reivindicación anual.
Para los más jóvenes y los menos entendidos en el tema, la partición de Palestina se decidió sin consultar con su población autóctona. Pese al calado y la importancia de una decisión de estas características, se ejecutó únicamente basándose en el documento presentado por Sir Arthur James Balfour y aprobado en primera instancia por EEUU. Esta declaración, publicada el 2 de noviembre de 1917 tras la conquista definitiva de Palestina por las tropas británicas, fue una manifestación formal del gobierno británico por la cual éste se declaraba favorable a la creación de un hogar nacional judío en Palestina.
Años más tarde, en 1939, el conocido como "Libro Blanco" redactado por el Gobierno de Mandato Británico revisaría por completo todas sus políticas contra Palestina reconociendo el derecho de los palestinos a establecer un Estado propio e independiente. Sin embargo, esta nueva declaración política quedaría en el olvido prevaleciendo la declaración Balfour por la cual Palestina acabaría dividiéndose. Finalmente, y sin contar con aquello que pudiera objetar o argumentar el pueblo palestino, el 54% de su territorio pasaría a formar parte de un nuevo estado nacional judío.
El resto de la historia es más o menos conocida por todos. Tras innumerables guerras la ocupación se expandió con asentamientos ilegales que continúan hoy en día, absorbiendo tierras, derribando casas, expulsando a sus legítimos habitantes, levantando muros, y negando todo legítimo derecho a un pueblo que quiere vivir en paz. La situación se hizo – y sigue siendo – insostenible. De hecho, hoy en día, sigue sin respetarse la Resolución 194 aprobada por Naciones Unidas aprobara en 1948, la cual reconoce el derecho al retorno de los refugiados que deseen volver a sus hogares, a disponer de sus bienes y a ser compensados en caso de no regresar.
En la actualidad, la población civil se encuentra harta de vivir en una cárcel sin techo, con inseguridad alimentaria, cortes eléctricos, agua potable insuficiente y de baja calidad, escasez de medicamentos, escuelas destrozadas y un alto índice de desempleo. Una situación económica que se ve agravada, tal y como muestran numerosos informes como el de la UNCTAD de principios de 2015, en parte debido a los cientos de millones de dólares que Israel retiene procedentes de ingresos aduaneros palestinos.
El muro, declarado ilegal, sigue en pie y el apartheid continúa vigente. Y desde GNRD nos preguntamos, ¿acaso las resoluciones de la ONU pueden incumplirse reiteradamente y sin consecuencias? ¿No es bastante con ocho años de bloqueo económico, tres operaciones militares en Gaza, una economía destrozada y una reconstrucción que no llega por el miedo que existe entre los donantes a que otro conflicto vuelva a destruirlo todo?
El pueblo palestino sufre 67 años de exilio. ¿Cuánto más debemos esperar para que la comunidad internacional deje ya de mirar hacia otro lado? ¿Hasta cuándo tienen que esperar los palestinos para tener una vida digna? Palestina no puede ser ignorada, tiene una historia milenaria, tradiciones y cultura propia que deben ser reconocidas y respetadas no precisamente una vez al año.

Sonia Almonacid, Investigadora/Reportera para la región de Oriente Medio y Norte de África. Global Network for Rights and Development

jueves, 19 de noviembre de 2015

El inicio de la desaparición de la colonia judeo-israelí en Palestina




“Cuando tu fervor se ha extinguido haces perdurar el imperio con tus gendarmes. Pero si únicamente lo pueden salvar los gendarmes, quiere decir que el imperio está muerto.
El que encarcela o ejecuta, ante todo duda de sí mismo. Extermina los testigos y los jueces. Pero para engrandecerte, no basta con exterminar a los que te veían bajo.
El que encarcela o ejecuta es también el que echa sus faltas sobre otro. Luego, es débil.”
Antoine de Saint-Exupéry1
I
Cuando el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu “echa sus faltas sobre otro”, y trata que la Knesset promulgue leyes que le permitan asesinar “legalmente” desde los niños palestinos que tiran piedras hasta el último palestino que se oponga a su delirios, y declara que el BDS2 es el terrorismo no-violento, significa que el gobierno del implantado Estado colonial de Israel ha iniciado el inevitable camino de su propia desaparición.
No digo con ello nada nuevo.
Recuerdo que después de la invasión israelí al Líbano, en 1982, el gran filósofo judío Yehoshua Leibowitz, esa gran figura científica y moral del judaismo contemporáneo, respondiendo a la pregunta que le formulara Sarit Yishai, y que fuera publicada en el semanario Haolam Haze, que dirigía el muy conocido dirigente israelí Uri Avnery, había vaticinado lo que pareciera comenzar a cumplirse:
“Lo que pasó en el Líbano, la masacre horrible cometida en los campamentos de refugiados es un paso suplementario en el proceso del suicidio del Estado de Israel.”
Y asumiendo la responsabilidad de la masacre, no echando faltas sobre otros, dijo: “Somos los responsables de esa masacre”, y para terminar agregaba una frase lapidaria, complementaria del suicidio:
“La humanidad no tendrá opción, tendrá que destruir al Estado de Israel.”
Estoy seguro que ese gran hombre, si hubiera conocido los continuados ataques a la Franja de Gaza, interminables y fatídicos, sobre aldeas indefensas, cometiendo crímenes de lesa humanidad, imprescriptibles, no habría dudado en reiterar esta última frase.
Ya más cercarnos en el tiempo, Shlomo Sand y Gilad Atzmon, también advirtieron y previeron la desaparición del Estado de Israel.
El vaticinio para el futuro de la sociedad israelí, con que finaliza su libro, ese gran pensador que es Shlomo Sand, como él pareciera percibirlo, no difiere de lo que pronosticara Yehoshua Leibowitz:3
“Es dificil saber cuánto tiempo más los árabes israelíes, que representan el 20 por 100 de los habitantes del país, continuarán tolerando ser considerados como forasteros en su propia tierra. Ya que el Estado es un Estado judío y no israelí, cuanto más “israelizados” sean estos ciudadanos árabes en términos de cultura y lenguaje, más antiisraelíes se volverán en sus posiciones políticas, un hecho que de ninguna manera resulta paradójico.
¿Realmente es difícil imaginar que una de las próximas “intifadas” pueda producirse, no en los Territorios Ocupados de la Ribera Occidental sometidos a un régimen de tipo apartheid, sino que estalle en el mismo corazón de una etnocracia segregacionista o, lo que es lo mismo, dentro de las fronteras israelíes de 1967?
Todavía es posible cerrar los ojos a la verdad. Muchas voces continuarán manteniendo que el “pueblo judío” ha existido durante cuatro4 mil años y que “Eretz Israel” siempre le ha pertenecido.
Sin embargo, los mitos históricos que una vez fueron capaces de crear, con la ayuda de un buen puñado de imaginación, la sociedad israelí ahora son poderosas fuerzas que contribuyen a provocar la posibilidad de su destrucción.”
Y otro gran pensador judío, que abandonó para siempre su lugar de nacimiento, el Estado de Israel, el músico Gilad Atzmon, en un reportaje que le hiciera Silvia Cattori, con motivo del lanzamiento de su libro The Wandering Who?, reflexiona en la misma línea de pensamiento de Shlomo Sand, y dice:5
“Independientemente de la lucha palestina, Israel ya no podrá mantenerse. Es una sociedad malsana movida por una codicia implacable. Está a punto de explotar. El Estado judío ha ampliado la cuestión judía en vez de eliminarla. Y creo que es el momento propicio para admitir que puede que no haya una respuesta colectiva a la cuestión. Supongo que cuando los israelíes aprendan a querer a sus vecinos, la paz podrá prevalecer, con todo, cuando esto ocurra puede que también dejen de considerarse elegidos. Se convertirán en personas normales.”6
Y para concluir, sólo puedo hacerme una pregunta y hacerla extensiva a todos aquellos que no adhieren al proyecto colonial que originalmente pergeñara el imperio británico y que luego eclosionó en “una sociedad malsana movida por una codicia implacable”: ¿cómo y qué debemos hacer, desde aquí, desde la Argentina, para que todos los seres humanos, se “conviertan en personas normales”, tal como sueña Gilad Atzmon, “aprendan a querer a sus vecinos” y puedan convivir en paz con todos ellos?
Sueño que compartimos, estoy seguro, todos los seres humanos que poblamos este planeta Tierra, nuestra única Madre Patria, la que como nos enseñara Mahtama Gandhi, no le pertenece a nadie en particular, persona o pueblo, así como el aire, el sol, las estrellas, el cielo y la lluvia, y los frutos que nos dona gratuitamente, así como aquellos que preserva en sus entrañas.
La Tierra es de todos pero de ninguno en particular. Debemos aprender a amarla y compartirla fraternalmente, como los hijos aman y comparten a su madre.
Suponer que una de las tantas deidades primitivas, Jhwh, adorada por un ínfimo grupúsculo en los inicios de las sociedades que comenzaron a formarse, en la región conocida como Canaán, como consecuencia del crecimiento poblacional, privilegiaría a ese grupúsculo otorgándole un pequeño territorio del planeta Tierra, en comodato y por toda la eternidad, y constituir ese hecho transcripto por ese mismo grupúsculo en una narración que pretende que es “sagrada”, y, además, que todos los seres humanos que poblaron, pueblan y poblarán nuestro planeta Tierra, acatemos esa narración ficional, novelística, ficticia, reitero, siguiendo las sugerencias de Gilad Atzmon, pienso y siento que es una de las concepciones más ingenuas y desequilibradas que haya leído en mi vida.
Y por ello, como Gilad Atzmon: “Supongo que cuando los israelíes aprendan a querer a sus vecinos, la paz podrá prevalecer, con todo, cuando esto ocurra puede que también dejen de considerarse elegidos. Se convertirán en personas normales.”

 

martes, 17 de noviembre de 2015

Una batalla sin frente



Gilad Atzmon جيلاد أتزمون گيلاد آتزمون
Traducido por  S. Seguí

Ayer (viernes 13/11) por la mañana, circularon noticias que daban cuenta de amplios ataques “heroicos” aliados realizados con aviones no tripulados en Iraq y Siria en apoyo de la batalla por Sinjar. También supimos del asesinato de Jihadi John. Nos dijeron que algún tipo de venganza podría estar en camino. Lo prometido es deuda: ayer por la noche París se bañaba en sangre.
Bienvenidos a la III Guerra Mundial, un conflicto global con frentes de batalla ilimitados. Nosotros, como habitantes de este mundo, estamos todos atrapados en medio del desastre. Vemos que nuestro universo se está desmoronando, queremos la paz; sin embargo, ni siquiera sabemos quién es el enemigo.

Para algunos de nosotros, esta reciente escalada no ha sido un acontecimiento que nos haya sorprendido. Venimos escribiendo sobre este asunto desde hace años. Hemos examinado el impacto desastroso de la matriz de inmorales lobbies intervencionistas zio-con que han seguido abogando sin descanso por nuevos y nuevos conflictos. Organizaciones como CRIF en París, CFI en Londres y AIPAC en Washington siguen empujando hacia la escalada de la batalla contra los árabes y los musulmanes de acuerdo con el plan israelí para un nuevo Oriente  Próximo.
Nos vemos obligados a aceptar el hecho de que los musulmanes extremistas están muy soliviantados y pueden golpear duro y en un plazo muy corto. Rusia sufrió el derribo de uno de sus aviones, que provocó la muerte de más de dos centenares de turistas inocentes. Paris ha sufrido de nuevo. Debemos preguntarnos: ¿es necesario? ¿Tenemos que vivir con el temor de ahora en adelante? ¿Es la paz una opción?

El terror es un mensaje que tenemos que comprender. ¿Cuál es este mensaje? “Dejadnos en paz”, es lo que estos terroristas homicidas están tratando de decirnos. ¿Es esto demasiado complicado para que lo entienda el ciudadano occidental? “Vivid y dejad que otros vivan”, es de lo que se trata. La implicación pragmática es obvia. Occidente debe dejar  inmediatamente de estar al servicio de los intereses israelíes y sionistas universales. Debemos poner fin a todas las operaciones en Arabia y el Oriente Próximo. Para que esto suceda y para dar una oportunidad a la paz es imprescindible la oposición al sionismo mundial y a los grupos de presión israelíes.

He aquí un consejo práctico: la próxima vez que Bernard-Henri Levy, David Aaronovitch o Alan Dershowitz intenten vendernos un nuevo paquete de conflictos en nombre de los “derechos humanos”, deberíamos hacerles saber amablemente que hemos aprendido la lección: no más guerras por Sión. Entonces, la paz puede prevalecer.

sábado, 14 de noviembre de 2015

El ejército israelí es el más inmoral del mundo, ¿y qué?




Entre el 8 de Julio de 2014 y el 18 de ese mismo mes, (10 días), el ejército invasor de Palestina en su bombardeo de la Franja de Gaza asesinó a 230 palestinos. Y ese 18 de Julio, tres niños, Wesin, de 6 años, Yihad, de 7, y Fulla Sheheibar, de 10, jugaban en la azotea de su casa cuando fueron asesinados con las bombas que desde un avión les tiraron los sionistas. Hasta entonces sólo un mercenario del ejército invasor había muerto. Estamos en el 18 de Julio, los niños y niñas palestinos asesinados por Israel suman 45 de esos 230 palestinos asesinados.

l 24 de Julio (6 días después) los israelíes ya habían asesinado a 150 niños y niñas palestinos.
El 26 de Agosto (22 días más tarde, el día que los invasores se vieron obligados a firmar el alto el fuego) los israelíes llevaban asesinados 501 niños y niñas palestinos, según la ONU.
Ha transcurrido poco más de 1 año, y ustedes conocen los últimos acontecimientos, lo ocurrido en el mes de Octubre que hemos dejado atrás, la persecución de los invasores y sus colonos sobre los niños, las niñas, y la adolescencia palestina ha dejado casi un centenar de muertos, 1.000 y muchos heridos con balas reales, casi 1.000 heridos con balas forradas de caucho, y otros casi 1.000 capturados y llevados a prisiones de Israel.
Este pasado día 30 de Octubre un vehículo de gran tamaño, de color verde oscuro del ejército ocupante, entra en el campo de refugiados de Aida, Betjhlehem, Belén, las calles están vacías, no hay nadie a la vista, pero le observamos sin que nos vea, anda muy despacio mientras por sus altavoces suelta una amenaza terrorista, raja el aire y golpea los oídos secamente, desde la fortaleza militar israelí se nos advierte: “Os habla el ejército israelí. Si continuáis tirando piedras os arrojaremos gas hasta mataros a todos: niños, jóvenes, mujeres, ancianos … todos moriréis, os mataremos a todos, no dejaremos a nadie con vida.” Ese es el ejército israelí, el ejército de ocupación colonial, el ejército más inmoral del mundo, ¿y qué?, eso preguntaba públicamente un ministro del gobierno de ocupación colonial. El gobierno israelí quiere una respuesta.
Tras el acuerdo de paz, en Gaza el 26 de Agosto de 2014, las gentes de las tiendas y de los puestos en los mercados ofrecían todo lo que tenían a quien lo necesitase, las familias acogían a quienes habían quedado sin familia, las gentes se visitaban o se encontraban y se abrazaban, se preguntaban por unos y otros, se daban el pésame y se ayudaban a enterrar dignamente, a veces en pedazos, a los mártires. La solidaridad, más grande que nunca, se hizo presente en todo Gaza. Ante semejante acción humana el traductor me dijo: “es como sobrevivir a un diluvio”.
Los hospitales, los ambulatorios en su mayoría habían sido echados abajo, se mantenía un hospital en pie, y algún otro centro a medio derruir, que abarrotados de gente herida, con olor a sangre y con escasísimos medios tenían que disponer de enfermeros y enfermeras en las entradas para no dejar pasar a la multitud que se ofrecía a salvar vidas. Los israelíes habían bombardeado a la población, 1.800.000, en su mayoría refugiada, el 50% niños, niñas y jóvenes de Palestina. Entre los pueblos del mundo se respiró más solidaridad que nunca con el pueblo palestino. Esa fue la respuesta al ministro asesino israelí.
Hace tan sólo unos días Netanyahu exculpaba a Hitler de sus crímenes, así supimos cómo hacía suyos los crímenes de éste, y es que su ejército de ocupación y su gobierno son el resultado de los intereses del capitalismo sionista por la explotación humana, la deportación y la implantación del racismo como algo normal. Es el nazismo de nuestra época, el nuevo fascismo, que ya tenemos delante.
Últimas noticias: El embajador palestino en Naciones Unidas ha denunciado que el ejército ocupante se lleva los cadáveres de palestinos y palestinas que mata y los devuelve tras robarles las córneas y otros órganos vitales. Los sionistas se dedican al tráfico de órganos.
Pero esto mismo se sabe desde hace años, y es que una investigación realizada por diversos medios, entre los que se encuentra el New York Times, adelantaba que se había descubierto que el sionismo se enriquecía con el tráfico de órganos. El robo de órganos de combatientes palestinos está documentado desde los años 90 del siglo pasado según la periodista Saira Soufan. “Una vez que los cuerpos de los soldados [palestinos] se devolvían a las familias en duelo, se descubría el robo de sus órganos durante el proceso del entierro. Las cavidades vaciás habían sido rellenadas con materiales de desecho, como algodón, mangueras de jardinería y palos de escoba, y después cosidas a consecuencia de la llamada ‘autopsia”.
Despues, en enero de 2002 el ministro israeli Nessim Dahan admitio tacitamente que organos extirpados de cuerpos de victimas palestinas habian sido trasplantados a pacientes judios sin que lo supieran las familias de las victimas palestinas. En respuesta a la pregunta de un miembro arabe del Knesset (parlamento israeli) el ministro, Nessim Dahan. El miembro arabe del Knesset, Ahmed Teibi, manifesto que habia recibido “pruebas creibles” de que medicos israelies del instituto forense de Abu Kabir habian extraido organos vitales como el corazon, los rinones y el higado de los cuerpos de jovenes y ninos palestinos a los que habia matado el ejercito israeli en Gaza y Cisjordania.

Bilal Achmed Ghanan, un joven palestino al que los israelíes le robaron sus órganos.
En la fotografía Bilal Achmed Ghanan, un joven palestino al que los israelíes le robaron sus órganos.

En la fotografía Bilal Achmed Ghanan, un joven palestino al que los israelíes le robaron sus órganos.
Ese mismo mes de Enero de 2002, el día 14, el dirigente palestino Yasser Arafat dió una entrevista a la televisión Al-Jazeera, y acuso al regimen de ocupacion israeli de asesinar bebes, niños y jóvenes palestinos y de quitarles sus órganos: “Asesinan a nuestros niños y utilizan sus órganos como piezas de recambio. ¿Por que calla el mundo entero? Israel se aprovecha de este silencio para intensificar su opresión y terror contra nuestro pueblo”. Arafat mostró fotos de los cuerpos mutilados de los niños.
Israel había admitido que médicos del Instituto L. Greenberg de medicina forense en Abu Kabir, extirparon los órganos de tres jóvenes palestinos a los que había matado su ejercito cerca de Khan Younis. Transcurrieron 10 días desde que los israelíes robaron sus cuerpos hasta que los devolvieron, entonces se comprobó el robo de diversos órganos vitales, entre ellos los ojos.
Israel también quiere quitar los ojos a los pueblos del mundo, y lo practica diariamente con el poder económico sobre los medios de comunicación, lo que conlleva las instrucciones a sus colaboradores. Quitar los ojos a los pueblos del mundo es lo que hacen hoy exculpando de sus crímenes a Hitler y sus nazis, según Netanyahu también serían los más morales del mundo, pero los pueblos saben qué hicieron y por qué no salieron impunes de la 2ª Guerra Mundial.
El ejército israelí es el más inmoral del mundo ¿y qué?. La respuesta al gobierno israelí, a su ejército, a sus colonizadores, es que, a pesar de que los pueblos no veamos, el mundo entero sabe de sus crímenes, lo que han hecho y hacen, y por qué no pueden quedar impunes.

Ramón Pedregal Casanova es autor de “Dietario de crisis”, y “Gaza 51 días”.


miércoles, 11 de noviembre de 2015

Hasta Gandhi entendería la violencia de los palestinos

Gideon Levy

Haaretz

Traducido del inglés para Rebelión por Javier Sarquis


La injusticia puede continuar durante muchos años más. ¿Por qué? Porque Israel tiene más fuerza que nunca y Occidente le permite actuar de manera salvaje.
A través de la bruma de la arrogancia moral, la propaganda en los medios, la incitación, la distracción, el lavado de cerebro y la victimización de los últimos días, una pregunta simple vuelve con toda intensidad: ¿Quién tiene razón?  
Ya no quedan argumentos justificados en el arsenal de Israel, del tipo que una persona decente podría aceptar. Hasta Mahatma Gandhi entendería las razones de este estallido de violencia palestina. Incluso aquellos que se horrorizan ante la violencia, que la ven como inmoral e inútil, no pueden sino comprender cómo se desata cada cierto tiempo. La pregunta es por qué no irrumpe más a menudo.
Desde la pregunta de quién empezó hasta a quién hay que culpar, el dedo acusatorio apunta con justicia a Israel, e Israel solo. No es que los palestinos sean irreprochables, pero Israel carga en los hombros con la principal responsabilidad. Mientras Israel no se saque de encima esta culpa, no tiene derecho a hacer el más mínimo reproche a los palestinos. El resto es propaganda falsa.
Como escribió hace poco el veterano activista palestino Hanan Ashrawi, los palestinos son el único pueblo en la Tierra a los que se exige que garanticen la seguridad de su ocupante, mientras que Israel es el único país que demanda protección de sus víctimas. ¿Y cómo podemos contestar?
Como el presidente palestino Mahmoud Abbas preguntara en una entrevista en Haaretz , "¿cómo esperan que reacciones los palestinos en la calle después de que quemaran al adolescente Mohammed Abu Khdeir, del incendio de la casa de los Dawabsheh, de la agresión de los colonos y del daño a la propiedad bajo la mirada de los soldados?". ¿Y qué vamos a responder?
A los 100 años de desposesión y a los 50 de opresión podemos añadir los últimos años, marcados por la intolerable soberbia israelí que nos está explotando en nuestras caras una vez más.
Estos fueron los años en que Israel creyó que podía hacer cualquier cosa sin pagar ningún costo. Que creyó que el Ministro de Defensa podía jactarse de conocer la identidad de los asesinos de los Dawabsheh y no ordenar su arresto , y que los palestinos se contendrían. Que creyó que casi todas las semanas los soldados podían matar a un niño o a un adolescente y que los palestinos se quedarían tranquilos.
Creyó que los líderes militares y políticos podrían respaldar los crímenes y que nadie sería enjuiciado. Creyó que se podrían demoler casas y expulsar a los pastores, y que los palestinos aceptarían todo con humildad. Creyó que los colonos violentos podrían dañar, quemar y actuar como si la propiedad de los palestinos fuera suya, y que los palestinos agacharían la cabeza.
Creyó que los soldados israelíes podrían irrumpir en los hogares palestinos todas las noches y aterrorizar, humillar y arrestar gente. Que cientos podrían ser detenidos sin juicio. Que la agencia de seguridad Shin Bet podría volver a torturar sospechosos usando métodos propios de Satanás.
Creyó que los que presos que habían hecho huelga de hambre y los excarcelados podían volver a ser detenidos, muchas veces sin razón alguna. Que Israel podía destruir Gaza cada dos o tres años y que se rendirían, y que Cisjordania mantendría la calma. Que la opinión pública israelí aplaudiría, con vítores en el mejor de los casos, o con demanda de más sangre palestina, en el peor, con una sed que es difícil de entender. Y que los palestinos lo perdonarían.
Esto puede continuar durante muchos años más. ¿Por qué? Porque Israel tiene más fuerza que nunca y Occidente con su indiferencia le permite actuar de manera salvaje como nunca antes. Los palestinos, mientras tanto, están débiles, divididos, aislados y desangrándose como en la época de la Nakba .
De manera que esto podría continuar porque Israel puede (y la gente lo quiere). Ningún otro tratará de detener esto más que la opinión pública internacional, que Israel ignora por considerarla antisemita.
Y no hemos dicho una palabra sobre la ocupación y la incapacidad de terminar con ella. Estamos cansados. No hemos dicho una palabra sobre la injusticia de 1948, que debería haber concluido entonces, y no haber continuado con aún más fuerza en 1967 y sin un final a la vista. No hemos mencionado la ley internacional, el derecho natural y la moral humana, las cuales no pueden tolerar nada de esto bajo ningún aspecto.
Cuando los jóvenes asesinan colonos, tiran bombas incendiarias a soldados o arrojan piedras a israelíes, este es el trasfondo. Se necesita un enorme grado de estupidez, ignorancia, nacionalismo y arrogancia (o todo eso junto) para ignorarlo.