sábado, 28 de enero de 2017

Trump, Diocleciano y el porquero.

 Es posible que Obama abandonara a Israel. Pero lo que es indudable es que Trump lo va a traicionar 


Por Bernard Henri-Levy
Hatzad Hasheni
ENERO 26, 2017



Los judíos no deben olvidar que, por mucho que el presidente de Estados Unidos multiplique las declaraciones de amor, siempre será un mal pastor que no respeta más que el poder, el dinero, los estucos y los oros de sus palacios.

Es posible que Obama abandonara a Israel. Pero lo que es indudable es que Trump lo va a traicionar.

¿Cómo es posible? ¿No está dando múltiples señales de buena voluntad? ¿Acaso la designación de un embajador amigo, el anuncio del traslado de la embajada a Jerusalén, el nombramiento de su yerno, Jared Kushner, como asesor, no son gestos enérgicos de los que Israel debería alegrarse?
Sí y no.
Existe una ley formulada por Gershom Scholem cuando, durante el proceso de Eichmann, reprochó a Hannah Arendt que carecía de Ahavat Israel, “el amor al pueblo judío”.
Arendt respondió que, cuando se trata de Israel, las pruebas de amor son menos importantes que el amor en sí.
Para ser exactos, dijo que los gestos de amistad, cuando no van unidos a un conocimiento y un apego sinceros, se convierten, en un momento dado, en todo lo contrario.
En la actualidad, el peligro es, en Israel, que se refuerce la franja más radical de la sociedad, una mala señal dirigida a quienes, en el otro bando, se alegrarán de que Estados Unidos empiece a tomar decisiones unilaterales que, un día, puedan ser desfavorables a los judíos; y en Estados Unidos, la proximidad a un presidente voluble (que cambia según el negocio del día) e impopular para medio país (con la ruptura del consenso entre los dos partidos que siempre ha reforzado a Israel).
No tengo ni idea, como es natural, del amor que Donald Trump siente, o no, por el pueblo judío.
Pero nos da alguna pista el libro de John O’Donnell sobre él: “El único tipo de gente que quiero que cuente mi dinero son hombrecillos cubiertos con la kipá”.
Estuvo la serie de tuits con la que se empeñó en arrancar al periodista Jon Stewart la máscara tras la que se ocultaba Jonathan Leibowitz, su verdadero nombre.
Estuvieron las palabras que dirigió, en plena campaña, a una reunión de donantes judíos: “¡Sé por qué no vais a apoyarme! Porque no procedo de vuestro dinero”.

Estas declaraciones emanan desprecio.

O, para ser más precisos, esa variedad de desprecio que funciona, según Freud, como un mecanismo anticipado de defensa contra el presunto desprecio del otro.
Que ese presunto desprecio sea real o imaginario es lo de menos.
Que Jon Stewart o los donantes judíos republicanos desdeñaran verdaderamente al constructor kitsch de la Trump Tower, tintineante con sus incrustaciones capilares, mobiliarias e inmobiliarias no es lo importante.
Lo fundamental es que Donald Trump lo cree.
Lo fundamental es que, para él, los judíos son la caricatura de esa élite neoyorquina que siempre le consideró un titiritero vulgar y sin alma.
Y ahí surge el típico caso de ese desprecio en defensa propia, cuando los judíos son los representantes de una élite que le ha mirado con desdén y de la que, ahora que él tiene el poder, puede vengarse.

Hay un relato talmúdico que expresa bien esta lógica.
El rabino Yehuda tiene una escuela por delante de la cual pasa, cada día, un joven porquero romano del que los alumnos se burlan desde las alturas de su sabiduría.
Un día, el rabino recibe una orden de acudir al oeste del reino de Edom, ante el emperador Diocleciano; y al llegar, con gran asombro, reconoce al porquero convertido en rey.
A primera vista, este le recibe con todas las consideraciones.
Cuando llega, ordena que le preparen un baño para que se purifique de las miasmas del viaje.
Con una salvedad: ha tenido la maldad de convocarle un viernes, justo antes del Sabbat.
El baño está demasiado caliente y, si no hubiera intervenido un ángel que, en el último minuto, arroja grandes cantidades de agua fría, habría muerto escaldado.
Y cuando el rabino, salvado por el ángel, aparece delante del antiguo porquero, este le dice: “¡Como tu Dios hace milagros, te permites despreciar al emperador!”.
Esta historia es una buena metáfora del Estados Unidos de hoy, donde, como en Edom, el nihilismo triunfante ha hecho que un porquero se convirtiera en emperador.
Es un buen ejemplo también de la prudencia del judío, que responde: “Despreciábamos al Diocleciano porquero, pero nos inclinamos ante el emperador Diocleciano, siempre que, como Saúl, que antes de ser rey había cuidado burras, se haya visto trascendido por su función y su metamorfosis”.
Y, sobre todo, es una buena alegoría de los baños y los regalos envenenados que puede prodigar un porquero humillado que decide vengarse.
Ante una situación así, lo más importante es no caer en la trampa de la buena voluntad de doble filo.
Los judíos no deben olvidar que, por mucho que Trump multiplique las declaraciones de amor, siempre será un mal pastor que no respeta más que el poder, el dinero, los estucos y los oros de sus palacios.
Y deben ser conscientes de que, en la atmósfera populista actual, en este momento en el que se ataca el pensamiento y las mentiras brotan con una arrogancia sin igual, en este mundo que está generalizándose y en el que, desde los plutócratas estadounidenses hasta los oligarcas rusos, los porqueros exhiben sin vergüenza su pedigrí en las fachadas de los palacios imperiales, la pequeña nación judía no tiene hueco.
Aliarse con eso es traicionar su vocación.
Es entregarse, no a Pompeyo o a Asuero, sino a Diocleciano; es arriesgarse a perder su identidad.
Para los herederos de un pueblo cuya longevidad a través del tiempo se ha debido al milagro de un pensamiento constantemente revivido, sacrificar esa vocación de excelencia, renunciar al deber de excepción que ha sido el fermento —desde Aquiba hasta Kafka, desde Rashi hasta Proust— de una resistencia casi incomprensible, en resumen, rendirse al nihilismo de Trump, sería la más espantosa de las capitulaciones y equivaldría a un suicidio.

http://hatzadhasheni.com/

jueves, 26 de enero de 2017

Mátalos, es juego limpio


Haaretz

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.


 Una captura de pantalla de un video muestra a soldados israelíes arrastrando a un adolescente palestino que fue baleado durante enfrentamientos en Cisjordania. Captura de pantalla

Contra los palestinos y los árabes israelíes es juego limpio. Juego limpio en los territorios ocupados y juego limpio en Israel. Juego limpio porque su sangre es barata. Es barato en Umm al-Hiran y barata en el puesto de control de Tul Karm. Es barata en los sitios de construcción y barata en las barreras de control.
Cuando las personas asesinadas son árabes a nadie le importa. Cuando un soldado israelí muere en un accidente es una noticia de primera plana. Pero cuando un palestino es asesinado mientras apenas despierta en su casa a nadie le importa.
Ninguna de las personas asesinadas en los últimos días habría sido asesinada a tiros si no fuera palestino o beduino. Es dudoso que alguno de ellos mereciera morir. ¿Fue esta matanza al por mayor diseñada para desviar la atención de otra historia, como ha sucedido en Israel antes y es habitual en regímenes oscuros? Es difícil de decir. Pero es fácil decir con certeza: es juego limpio.
El jueves fueron justos en el Negev. He aquí el sionismo 2017 destruyendo una comunidad de refugiados beduinos para construir una comunidad judía en su lugar. Esa es la violencia básica sionista; nacionalista y racista. Compara el caso con el puesto avanzado de Amona y tienes evidencia perfecta del apartheid: negociaciones y compensación para los judíos, brutalidad para los árabes.
En ningún desalojo de judíos la policía habría disparado de esa manera. En Umm al-Hiran está permitido. También se le permite herir al líder de la Lista Conjunta Ayman Odeh porque la policía ha sido entrenada para pensar que los miembros árabes de la Knesset son traidores. Eso es lo que escucharon de su ministro de seguridad pública, Gilad Erdan.
Yakub Abu al-Kiyan, un maestro, fue asesinado a tiros en su coche presuntamente por querer embestirles a propósito. Inmediatamente las autoridades difunden sus mentiras sobre el muerto. Dijeron que estaba vinculado con Estado Islámico y que tenía cuatro esposas. (El diputado Ahmad Tibi dice que la única esposa de Abu al-Kiyan tiene un doctorado mientras que su hermano es un inspector en el ministerio de Educación).
Después de eso, ¿cómo alguien puede creer a la policía, que apresuradamente afirmó que deliberadamente les quiso embestir? Al menos un testigo, Kobi Snitz, dijo en un sitio web que había visto lo contrario. Primero la policía regó el coche de Abu al-Kiyan con balas, luego perdió el control. Un video publicado el miércoles también suscita fuertes sospechas sobre lo que sucedió. Tienes la impresión de que la balacera precedió a la embestida.
Pero la semana anterior muchos otros acontecimientos precedieron en Umm al-Hiran. En el campo de refugiados de Fara los soldados mataron a un hombre que acababa de despertar. 11 balas a quemarropa frente a su madre. Los soldados dicen que trató de atacarlos. Mohammed al-Salahi era un hijo único que vivía con su madre en una habitación individual.
En la ciudad palestina de Tuqu la policía de fronteras disparó a un joven de 17 años, Qusai al-Amour, que había tirado piedras, venganza evidente. Luego arrastraron al joven moribundo por el suelo como un saco de patatas. Su cabeza fue golpeada en las rocas mientras lo arrastraban y las cámaras filmaban.
Al día siguiente las cámaras también documentaron el asesinato de Nadal Mahadawi, de 44 años, en el puesto de control de Tulkarem. La vista era horrible. Se lo ve permanecer en silencio mientras los soldados le disparan sin motivo aparente. Cuando trata de huir, en lo que parece ser una carrera por su vida, lo matan.
Pero no hay problema, el "terrorista" fue asesinado. Así es como los medios lo retrataron. Arrastrar al joven herido en Tuqu y la ejecución en el puesto de control debería sorprender a cualquiera. Sobre todo debe sorprender a todos los israelíes, porque los autores son sus hijos, sus soldados y su policía. Pero las víctimas eran palestinos.
Una línea recta pasa por Umm al-Hiran, Tuqu, Fara y Tul Karm, la línea de deshumanización que guía a los soldados y la policía. Comienza con las campañas de incitación y termina con gatillo fácil.
Las raíces son profundas; se debe tomar conciencia de ellas. Para la mayoría de los israelíes todos los árabes son iguales y no son seres humanos como nosotros. No son como nosotros. No aman a sus hijos ni sus vidas de la manera que lo hacemos. Nacieron para matar. No hay problema en matarlos. Son todos enemigos, sujetos sospechosos, terroristas, asesinos, sus vidas y muertes son baratas.
Así que mátalos porque nada malo te pasará. Mátalos porque es la única manera de tratarlos.
 
Fuente: http://www.haaretz.com/opinion/.premium-1.765915
 
Esta traducción se pude reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.