sábado, 31 de octubre de 2015

Sobre la narrativa colonial israel




Palabras ocupadas


aljazeera.com

Traducción del inglés para Rebelión de Carlos Riba García y María Landi.


Rara vez el lenguaje sociopolítico es una mera colección de palabras ordenadas para reflejar una realidad. Más a menudo, es la mismísima estructura de pensamiento dispuesta de tal modo que facilite, o impida, la expresión de una idea específica.Cuando se trata de la empresa del ocupante colonial, la selección de palabras es totalmente deliberada y se propone construir una sintaxis moral para contextualizar la limpieza étnica y la colonización.
La colonización israelí de Palestina se ha basado en narrativas coloniales a prueba del tiempo, cuyo primer paso es describir las tierras conquistadas como fronteras inhabitadas para el esforzado trabajador desvalido; es una narrativa repleta de expresiones románticas del tipo “hacer florecer el desierto”.
La creación de Israel por parte de inmigrantes extranjeros recién llegados a Palestina adquirió una dimensión excepcionalmente sentimental en Occidente, ya que nació justo después del genocidio –y como resultado de él– perpetrado por Europa contra sus propios ciudadanos y ciudadanas judías.
La ficción de “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra” fue la consecuencia perfecta de un capítulo terrible de la historia de Europa. Era el ‘final feliz’ que permitía aliviar la culpa.
Era la única historia que Occidente quería o estaba dispuesto a oír.
Pero era una mentira.
Palestina ya tenía una vieja historia que había dado origen a una sociedad desarrollada cuyo carácter se había formado orgánicamente durante miles de años de habitación documentada, conquistas, peregrinaciones, nacimiento de religiones, conversiones religiosas, asentamientos, guerras, cruzadas y migraciones naturales.
Se trataba de una población constituida por campesinos y profesionales, eruditos y técnicos, gente culta y analfabeta, urbana y rural.
Era una sociedad plural, en la que personas de diferentes orígenes religiosos, culturales y étnicos convivían en relativa armonía.
Durante muchos siglos, Palestina había sido objeto de guerras y conquistas por parte de gente que llegaba y se marchaba, no sin antes mezclarse con los habitantes del lugar y dejar su impronta en la estructura genética, cultural e incluso lingüística del pueblo palestino.
La única forma en que se podía crear un estado judío exclusivo y excluyente era mediante la expulsión forzada de la sociedad descrita más arriba, la que fue iniciada metódicamente en 1947 por grupos armados de judíos europeos perfectamente adiestrados y bien financiados.
Cuando las jóvenes naciones árabes intervinieron para defender a sus hermanos palestinos, sus desorganizadas fuerzas, más reducidas y débiles, y con armamento anticuado, no constituyeron un rival para el naciente estado judío.
Tal como establece el axioma que dice que la historia la escriben los vencedores, ese momento pasó a llamarse la guerra de la “independencia” de Israel. Es posible que sea la única vez en la historia en que un grupo de extranjeros invadió y conquistó una tierra, tomó sus ciudades y campos, y después reivindicó su “independencia” respecto de la población nativa de esa tierra.
Así empezó la perversión del lenguaje que continúa justificando y propagando el poder.
Rebautizar el lugar y la gente
Después de la expulsión, como explica la profesora Julie Peteet en Naming in The Palestine Israel Conflict (El nombre de las cosas en el conflicto Palestina-Israel), la trayectoria de la narrativa colonial israelí niega la existencia de una población autóctona.
Entre los israelíes esta negación fue vehemente y se mantuvo incluso después del surgimiento en la conciencia de Occidente de una narrativa palestina. La expresión más famosa de esta furia fue la declaración de Golda Meir cuando dijo que “No había nada que pudiera llamarse los palestinos. No existían”.
La ironía es que Meir había nacido en Rusia, y dijo esas palabras en una entrevista dada al Sunday Times en 1969, en el interior de una casa señorial llamada Villa Harun al-Rashid, una casa palestina robada a la familia de George Bisharat.
La enorme destrucción o robo del patrimonio palestino se realizó tanto en forma casual como sistemática.
Tal como revela Suad Amiry en Golda Slept Here (Golda durmió aquí), cuando el secretario general de Naciones Unidas Dag Hammarskjold visitó a Meir, ella se cuidó de hacer borrar el rótulo damasquino-arábigo de Villa Harun al-Rashid grabado en el friso de piedra de la fachada en la segunda planta, para esconder el hecho de que estaba viviendo en una casa árabe.
Los sionistas emprendieron una extraordinaria reestructuración lingüística que incluyó el cambio de nombre de casi todos los pueblos y lugares palestinos.
Después fue el cambio de nombre de las personas, a fin de dar estatus de nativos a los extranjeros.
Los rusos Golda Mabovitch, Ariel Scheinerman y Moshe Smolansky se convirtieron en Golda Meir, Ariel Sharon y Moshe Ya'alon. El polaco David Gruen pasó a ser David Ben-Gurion. El bielorruso Nathan Mileikowsky se llamó Nathan Netanyahu, el abuelo de Benjamin Netanyahu.
El frenético cambio de nombres de lugares y personas para lograr la imagen de pertenencia y legitimidad fue tan elaborado que los sionistas crearon una Comisión de Nombres para supervisar la reescritura épica de la historia, de manera de fundir la religión con una identidad racial y cultural.
La gramática del engaño
De este modo, judíos con miles de años de arraigo en la historia europea, en el pensamiento y los logros europeos, en la cultura y la herencia europeas, forjaron una historia de proporciones bíblicas para colonizar una tierra que ya estaba habitada por otra nación.
Era el incomprensible cuento de hadas de un pueblo exiliado, que no había sido tocado por el lugar, el tiempo, la historia ni la vida local durante más de 3.000 años, y que estaba por fin “regresando” a una tierra lejana con la que no tenía una conexión familiar, cultural, genética o legal identificable.
De alguna manera, esta reclamación colisionaba con la de la sociedad autóctona de Palestina, que había vivido en esa tierra, la había cultivado y construido en ella a lo largo de los siglos.
Lo único que podía encajar semejante narrativa falsificadora, fluctuante e incoherente en la bien documentada línea del tiempo histórico era la meticulosa y desalmada gramática del engaño que solo el lenguaje es capaz de conseguir.
Ningún armamento, por poderoso que fuera, podría haber permitido la usurpación de todo un país, con sus libros, hogares, casas de campo, lenguajes, tradiciones religiosas, comidas populares, danzas y costumbres. La contemplación de la empresa es para dejar pasmado a cualquiera.
En su excelente investigación académica sobre el cambio de los nombres en Palestina, la profesora Julie Peteet observa: “El proyecto sionista de fraguar una conexión entre la comunidad judía contemporánea y la tierra de Palestina era el proyecto de crear una versión totalmente nueva: del lenguaje, del lugar y su relación con él, de los seres y las identidades”.
Del conflicto y las mentiras
Los estudiosos han descrito bien el patrón de la retórica colonial que muestra a los nativos como atrasados, primitivos, salvajes o irracionales e inexplicablemente violentos, una vez que la fábula inicial de las ‘tierras vírgenes’ se desmorona ante la respuesta autóctona, que es eventualmente violenta hacia el colono que roba sus tierras y recursos.
Fue precisamente porque al final los palestinos tomaron las armas para enfrentar a sus verdugos que el lenguaje del negacionismo se hizo insostenible.
Entonces llegó el giro hacia la verborrea de los terroristas.
Esta narrativa se mantuvo durante algún tiempo, hasta la primera Intifada, que fue en gran medida no violenta. Las impresionantes imágenes de niños pequeños enfrentando a los tanques con piedras debilitaron los argumentos israelíes que hablaban de la amenaza existencial planteada por los terroristas.
Así nació el lenguaje de las negociaciones. Tal vez la palabra más insidiosa, peligrosa y engañosa de este nuevo discurso sea “conflicto”.
Esta palabra –conflicto– evoca el sentido de paridad, de dos partes iguales que están en desacuerdo. Hubo un conflicto entre Alemania y Rusia a comienzos de los cuarenta del siglo pasado. Del mismo modo, Estados Unidos y Rusia mantuvieron un conflicto frío durante la mayor parte de los ochenta. El grosero desequilibrio de poder entre Israel y la población nativa de Palestina debería excluir el empleo inteligente de esta palabra.
Israel es una sociedad sumamente militarizada, que dispone del armamento más avanzado jamás conocido. Goza de una tremenda influencia política y económica en Estados Unidos y, por extensión, en todo el mundo.
Los palestinos no tienen fuerzas armadas: fuerza aérea, ejército, marina. Están empobrecidos, sufren el despojo de sus recursos naturales y sus medios de vida. No tienen poder político ni influencia. Son un pueblo sitiado, controlado, exiliado e indefenso frente a un estado racista que ha sido explícito en su atropello y desprecio hacia la existencia de los palestinos.
Por lo tanto, hablar del sionismo como si fuera un conflicto entre israelíes y palestinos es equivalente a decir que el apartheid fue un conflicto entre los blancos y los negros sudafricanos, o que el nazismo era un conflicto entre los judíos y los arios de Alemania, o que la segregación y Jim Crow* constituían un conflicto entre los blancos y los negros estadounidenses.
La utilización del término “conflicto” en el discurso corriente sobre el sionismo (y quien escribe también es culpable de haberlo hecho) ha sido un engaño malintencionado del que han surgido innumerables duplicidades verbales –o eufemismos–: “barrios” para nombrar las colonias ilegales; “enfrentamientos” para hablar de los ataques de una fuerza militar extranjera contra palestinos desarmados en su propia tierra ; “defensa propia” para describir el bombardeo indiscriminado contra vidas humanas e infraestructuras vitales; “valla de seguridad” para nombrar un muro construido para separar personas y robar tierras; “civiles” para hablar de grupos paramilitares de colonos ilegales.
Cuando los medios occidentales hablan de conflicto, de hecho están hablando de la destrucción de todo un pueblo, de la supresión de su historia, de la eliminación de un espacio geográfico y sociocultural definido y con nombre propio, que ha existido desde la antigüedad temprana.
El sionismo es racismo, es apartheid, es Jim Crow, y es el sostén fundacional de Israel.
No deberíamos tolerar más el uso de la palabra “conflicto”.
Los primeros inmigrantes europeos no libraron una guerra de independencia.
No se trata de barrios: son colonias ilegales segregadas, exclusivamente para judíos, construidas en tierras palestinas robadas.
Nosotros no somos terroristas: somos una sociedad nativa que lucha contra quienes vienen aterrorizándonos desde que llegaron a nuestras costas; un pueblo que se enfrenta a su propia extinción, que lucha por su vida contra unos extranjeros que continúan llegando a nuestra tierra, extranjeros que creen que Dios les ha otorgado el derecho innato de tener un país más.
Deshacer la verborrea colonial, sus cuentos de hadas y sus mitos, no importa lo absurdos e ilógicos que sean, no es tarea fácil. Según las palabras de Steven Salaita: “Recordad que en las sociedades coloniales al mentiroso normativo siempre se le da más autoridad que al sujeto obstinado”.
Pero continuar permitiendo o hacerse eco del lenguaje del poder que desprecia las luchas por la justicia social, no puede ser una opción. El análisis de las expresiones coloniales incrustadas en nuestra mente, y el uso consciente del lenguaje de lucha de un pueblo autóctono deben estar presentes en todo lo que hacemos.

* La autora se refiere a un conjunto de leyes así llamado, promulgado entre 1876 y 1965, que propugnaba la segregación de los negros y otras minorías no blancas en los lugares públicos de Estados Unidos. (N. del T.)
Susan Abulhawa es una escritora –de prosa y poesía– palestina, autora del éxito editorial Mornings in Jenin. Su reciente novela The Blue Between Sky and Water (El azul entre el cielo y el agua), Bloomsbury, 2015, ha sido traducida a 21 idiomas hasta ahora.

Fuente: http://www.aljazeera.com/news/2015/10/occupied-words-israel-colonial-narrative-151026115848584.html

viernes, 30 de octubre de 2015

Cuba:191; EEUU: 2




Los números suelen ser elocuentes. La ONU cuenta con 193 Estados miembros. De ellos, 191 votaron el 27 de octubre a favor del proyecto de resolución cubano: “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”. Solamente la potencia imperial y su impresentable secuaz sionista votaron en contra. No hubo abstenciones. Nunca en la historia de la ONU una cuestión litigiosa planteada por un Estado recibió un apoyo tan contundente de los demás Estados miembros.
Con esta van 24 resoluciones semejantes votadas favorablemente en igual número de años desde 1992. En la primera, 59 países apoyaron a Cuba y 71 se abstuvieron. Pero en 2014, cuando los sufragios a favor ya ascendían a 188, hubo todavía 3 abstenciones. Huelga nombrar los dos que votaron en contra.
Sin embargo, en esta ocasión hasta los más débiles y dependientes Estados insulares del Pacífico respaldaron la resolución cubana. Ello muestra el repudio unánime que concita el genocida bloqueo y confirma el aislamiento y la pérdida de prestigio y hegemonía internacionales que sufre Estados Unidos. Pues, con ser contencioso, el tema dista mucho de ser el único en que la otrora potencia unipolar no puede evitar que se le salgan por todos los poros la arrogancia, la prepotencia y el lamentable y belicista síndrome de excepcionalidad.
Por otra parte, esta contundente victoria de La Habana, que los pulpos mediáticos han tratado de minimizar, es un conveniente y oportuno recordatorio a quienes ya lo dan por concluido, de que el conflicto entre Cuba y Estados Unidos no ha llegado a su fin. Sí, ha sido muy positivo el restablecimiento de relaciones diplomáticas; ha abierto para bien un fluido canal de diálogo entre las partes, que no existía. Como también que Obama haya pedido al Congreso el levantamiento del bloqueo. Pero como el gobierno cubano reitera es solo el comienzo de un “largo y complejo proceso” hacia la normalización de relaciones.
Dicho proceso concluirá únicamente cuando Estados Unidos ponga fin al virtual estado de sitio económico, cese sus injerencistas trasmisiones radiales y televisivas hacia la isla, liquide sus planes subversivos contra el sistema socio-político cubano y devuelva el territorio ocupado de la Base Naval de Guantánamo. Nada de eso ha ocurrido.
El bloqueo ha sufrido un tímido relajamiento en algunos aspectos pero, una vez más, fue recrudecido este año, particularmente en todo lo concerniente a la persecución y castigo implacables de las operaciones financieras de Cuba. Sigue en pie en lo fundamental por cuanto a la isla le está prohibido el uso del dólar en sus transacciones internacionales y únicamente puede comprar a Estados Unidos alimentos, pero en efectivo, pagando por adelantado y sin poder transportarlos en buques cubanos. Quitando esa única excepción, no existe apenas relación comercial entre los dos Estados.
Recientemente, Washington ha impuesto multas de 1116 y 1710 millones de dólares a los bancos francés Credit Agricole y alemán Commerzbank por realizar transacciones con Cuba. Ni soñar que la isla pueda adquirir medicamentos del vecino del norte.
El nombre de la niña cubana Noemí Bernárdez lo recordó el martes 27 cuando fue evocado en el hemiciclo de la ONU, en el vibrante discurso del embajador del Estado Plurinacional de Bolivia. La vida de Noemí depende de un citostático de exclusiva producción estadounidense al que –como muchos otros fármacos- la isla solo puede acceder a través de terceros países, a precios muy altos y en plazos que pueden ser fatales para los pacientes.
En cuanto a la colusión en este tema del racista y colonial Estado hebreo con Estados Unidos, además de estar asociada al habitual desprecio que muestra por la opinión internacional, se debe principalmente a otra razón muy poderosa: Israel no podría subsistir sin la cuantiosa e incomparable ayuda económica y militar que recibe de su aliado yanqui.
Como tampoco sin su apoyo político incondicional. Este le permite conservar el nutrido e ilegal arsenal nuclear que posee, continuar la ocupación del Golán sirio, los bandidescos asentamientos de colonos judíos y los impunes crímenes contra la población palestina, incluyendo la profanación de sus lugares de culto.
Palestina, como Cuba, resiste heroicamente, y también vencerá.
A Nestor Kirchner

martes, 27 de octubre de 2015

La enésima Intifada


No puede extrañar el comportamiento bárbaro y desesperado de parte de quienes viven insertos en la larga e impune barbarie de la ocupación, el racismo y el abuso colonial.
Pese a vuestra matanza, regresaremos
No voy a empezar deplorando la violencia palestina, esa espantosa “guerra de los cuchillos” a cargo de jóvenes y adolescentes, como hacen los cobardes, para concentrarme en lo esencial: “ellos han creado el monstruo”, dice Norman Finkelstein .
800.000 palestinos han pasado por las cárceles del ocupante israelí desde 1967. Traducido a la realidad demográfica española serían más de diez millones. Los chicos de los cuchillos son hijos de padres humillados por los soldados ocupantes y los colonos. Nietos de las víctimas de una larga historia de violencias, limpieza étnica y expulsión que está en la misma partida de nacimiento de la potencia colonial ocupante.
Compañeros de generación de esos 7500 niños palestinos encarcelados e interrogados en los últimos diez años, frecuentemente metidos en celdas de aislamiento, privados de sueño y de toda visita parental.
Compañeros de quienes son condenados a 5 años de cárcel por tirar piedras, a 10 años por tirarla contra un coche, penas solo aplicables a palestinos mientras los colonos pueden tirar todas las piedras que quieran.
Familiares de los 5200 palestinos recluidos en diecisiete cárceles israelíes, en flagrante violación de la cuarta convención de Ginebra que estipula que, “una potencia colonial ocupante no puede transferir a parte de la población ocupada a su territorio”, donde la tortura está legalizada por una sentencia del Tribunal Supremo del 6 de septiembre de 1999, según la cual, “si un interrogatorio vigoroso y exhaustivo, con ayuda de estratagemas y engaños no consigue su objetivo, las presiones físicas moderadas podrán ser inevitables en caso de necesidad”.
Resultado de las cuentas de las masacres de Gaza, con 550 niños palestinos muertos (frente a uno israelí), 19.000 casas destruidas (frente a una destruida por Hamas), y eso en una zona sometida desde hace diez años a bloqueo, cuyo levantamiento “inmediato e incondicional” exige la comisión de derechos humanos de la ONU, sin que se le haga el menor caso. Lo mismo que las resoluciones en materia de territorios ocupados desde hace más de cuarenta años.
No se puede esperar que los palestinos actúen de forma legal cuando están insertos en una ocupación y colonización completamente ilegal y universalmente condenada, dice Finkelstein. Solo el hipócrita o el fanático más irremediable puede asombrarse de que los palestinos actúen así. “Todo palestino entiende la desesperación que lleva a una persona a acuchillar”, escribe la periodista Amira Hass en el diario Haaretz, mientras el gobierno israelí acusa a Francia de “recompensar al terrorismo” por su timorata propuesta de destacar “observadores” que moderen las provocaciones en curso sobre el estatuto de la explanada de las mezquitas. ¿Nos toman por tontos?
Todo el talento y la voluntad de sus esbirros mediáticos y políticos, todo el dinero las presiones e intimidaciones de sus padrinos neocons, de ultraderecha o liberales acobardados, toda la maestría de sus lobbys y el fanatismo de su ciega y loca pasión nacionalista, no cambian un ápice el hecho de los crímenes de Israel. Al revés: aún los evidencian más.
El Estado delincuente es poderoso y perseverante en su triple objetivo; despejar cualquier puesta en cuestión de las zonas que ocupó en 1948 mediante la limpieza étnica (borrar la memoria), impedir toda discusión sobre el regreso de los expulsados y refugiados y sus descendientes (reparar la injusticia), y profundizar la colonización de los territorios que ocuparon en 1967, haciéndose con el máximo de tierra ajena con el mínimo de población nativa posible (en eso consiste, precisamente, el “proceso de paz” como evidencia la evolución de mapas y cifras de las últimas décadas).
Es poderoso, sobre todo porque en su suicida locura es mimado por el Imperio de los Estados Unidos y de la Unión Europea. Pero cada vez necesita de más artilugios ridículos y canallas para cubrir su desnudez colonial y racista, en un mundo cuyo consenso ya no admite ni lo uno ni lo otro.
Así, se esgrime el “derecho de Israel a existir”, como si fuera Israel el amenazado y no la amenaza, derecho que nadie pone en duda siempre que sea una existencia acorde con el siglo presente, porque como “Herrenvolk”, es decir como pueblo dotado del derecho divino o racista a dominar e imponerse sobre otros a los que se niega su condición de humanos, ningún Estado puede invocar derecho alguno.
Así, se esgrime el título de “única democracia de la región”, haciendo pasar por democracia lo que es una “Herrenvolk-Demokratie” en la que los valores de la democracia no se aplican a los aborígenes y sus descendientes por razones étnico-religiosas, lo que corroe moralmente a la ciudadanía israelí y la acerca a lo que considera su antípoda islamista-carnicera.
Así, se despotrica contra la ONU, la imperfecta organización internacional que afirma el vital derecho y consenso global, porque desde 1967 viene confirmando, terca y periódicamente, por 170 votos contra dos y algunas abstenciones clientelares, el maltrecho derecho internacional para Palestina.
Así, se convierte en asunto identitario o religioso, lo que es una anomalía colonial en un siglo y un mundo que ya no admite el colonialismo y en el que algunos de los antiguos colonizados están por convertirse en superpotencias.
Así, se esgrime la acusación general de “antisemitismo”, a quien reacciona ante la injusticia concreta de Israel y expone la realidad de sus crímenes, abusos y brutalidades.
Amparados en la impunidad de los gángsters, practicando la tergiversación, la mentira y la omisión, algo que en definitiva es clásico en los delincuentes, esos insensatos no dudan en invocar incluso el recuerdo del holocausto judío en Europa. En su visita a Alemania Benjamín Netanyahu acaba de tener la osadía de señalar al muftí de Jerusalén (un palestino) como verdadero incitador de Hitler, incomodando sobremanera a la canciller Merkel. La jefa de esa Alemania que otorga cheque en blanco (y submarinos con capacidad portadora de armas atómicas subvencionados) a las fechorías de Israel, como ambigua penitencia por sus propios crímenes contra los judíos, no quiere ni oír hablar de la oportunidad indirecta de exculpación que le tiende su huésped. Pero ampararse en Auschwitz para justificar Palestina, es algo que va mucho más allá de la canallada habitual y entra en el más infame, perverso y equizofrénico sacrilegio: invocar a las víctimas del racismo para justificarlo.
Para los propios ciudadanos de Israel, para los judíos del mundo que conservan la elemental lucidez para discernir esta impune barbaridad tan larga y sangrienta, para la gente como Norman Finkelstein, Ilan Pappé, Amira Hass y tantos otros, o para las organizaciones de derechos humanos israelíes como B´Tselem, el Comité Israelí contra la Tortura, etc., se ha acuñado el tontorrón concepto de “judíos que se odian a sí mismos”. Que muy pocos puedan tomarse en serio tamaña tontería, dice mucho sobre la decadencia del arsenal argumental de los fanáticos. Tales son los infantiles recursos de esta loca carrera que mata a Dios y a los hombres en Tierra Santa.


sábado, 17 de octubre de 2015

Un discurso imaginario

Lo que Abbas debería haber dicho a las Naciones Unidas


972mag

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.


¿Qué habría pasado si Abbas hubiera anunciado que este era su último discurso ante las Naciones Unidas como contratista de la seguridad de Israel? Una versión reinventada del discurso que no fue. ( Leer o mirar el discurso real de Abbas.)
 Palestinian Authority President Mahmoud Abbas address the general debate of the UN General Assembly’s 70th session, September 20, 2015. (UN Photo/Cia Pak)
 El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas habla en el debate general de la 70ª sesión de la Asamblea General de la ONU, 20 de septiembre de 2015. (Foto de la ONU / Cia Pak)
Excmo sr. Mogens Lykketoft, Presidente de la Asamblea General,
Excmo sr. Ban Ki Moon, secretario general de las Naciones Unidas,
Excelencias, jefes de delegación,
Señoras y señores,
Vengo hoy ante ustedes desde Palestina para hacer sonar la alarma sobre lo que está sucediendo en Jerusalén, sobre lo que está sucediendo en la Ribera Occidental y Gaza y sobre lo que está pasando en Israel. Me presento ante ustedes para hacer sonar la alarma sobre lo que ha estado ocurriendo a los palestinos durante 67 años, en nuestra propia patria.
A menudo se nos acusa de negarnos. De negarnos a negociar, de negarnos a arreglar, de negarnos a hacer concesiones. En 1948 éramos unos ingenuos, agricultores, un pueblo en desarrollo. Cien años después de la primavera de las naciones -que glorificó el invierno de revoluciones fracasadas y que dio ocasión al crecimiento del nacionalismo en Europa- nosotros todavía no sabíamos nada de nacionalismo ni de la autodeterminación. En 1948, cuando el pueblo judío declaró el establecimiento del Estado de Israel en la Palestina del Mandato, la partición estaba fuera de cuestión para nosotros. A los ojos de nuestros antepasados, no había ni una sola duda de que esta tierra nos pertenecía, porque hemos estado viviendo en ella y nutriéndola por más tiempo de lo que podemos recordar. No teníamos otra tierra.
Pero ya no negamos. Por más de 20 años, no hemos hecho otra cosa que extender nuestras manos para la paz.
Damas y caballeros,
Les recuerdo que la historia no ha sido amable con nosotros. Los militantes judíos, decididos a crear un Estado para ellos, nos limpiaron étnicamente de nuestra tierra en 1948. Aquellos palestinos que permanecieron en Israel sufren de discriminación sistemática todos los días. La Franja de Gaza y Cisjordania han estado bajo una ocupación u otra por 67 años. Nuestros hermanos y hermanas en el Líbano y Siria, los refugiados de tercera generación, se están ahogando en el mar Mediterráneo.
Damas y caballeros,
Hemos tenido suficiente. Nosotros, los palestinos entendemos el trauma sin precedentes del pueblo judío. Nos damos cuenta de la necesidad judía de una patria segura. Pero, ¿debe su seguridad ser a nuestra costa?
Contrariamente a las falsas acusaciones de Netanyahu, nosotros siempre hemos reconocido el derecho de Israel a existir en paz en sus fronteras reconocidas internacionalmente por más de 20 años, a pesar del hecho de que esas fronteras fueron diseñadas para incluir muchos de nuestros lugares de origen y a nuestra propia gente. No queríamos más que un estado a partir de las fronteras de 1967, y, de hecho, los Acuerdos de Oslo nos llenaron de una verdadera esperanza para la paz permanente en la región. Pero en los últimos años, Netanyahu hizo descarrilar cualquier intento de negociar, una y otra vez, a pesar del hecho de que nosotros, los palestinos expresamos nuestra voluntad de hacer enormes concesiones. Lo absurdo de la negociación con tu propio ocupante se convirtió en insoportablemente obvio para nosotros los palestinos, ya que Israel continúa en su cómoda negativa de comprometerse a una solución de dos estados.
Damas y caballeros,
Vengo ante ustedes por última vez. Como ustedes saben, nuestra lucha se ha enfocado en los últimos años en ustedes, la comunidad internacional. Pensamos que nos podían ayudar y espero que aún puedan. Pero lo que está claro para mí y para el pueblo palestino es que la Autoridad Nacional Palestina ya no puede existir como contratista de Israel en Cisjordania. Nos negamos a seguir jugando el papel de la policía antidisturbios de Israel. La mitad de un Estado no es un estado en absoluto.
Señor presidente,
Agradezco a usted y a la comunidad internacional que nos diera el estatus de Estado observador permanente. Pero nosotros no somos un estado. Nos tratan como invitados en nuestros hogares. Prisioneros en nuestra propia tierra. Les doy las gracias por izar la bandera palestina en Nueva York. Pero lo que necesitamos con urgencia es la acción política internacional multilateral, no gestos simbólicos de buena voluntad. Todavía el pueblo palestino sigue con la suma necesidad de su ayuda. Doy las gracias a todos ustedes que apoyaron nuestra candidatura para la estadidad y pido que se aceleren sus esfuerzos para cambiar el statu quo en Israel y en Palestina.
Una y otra vez, mis manos como presidente de la Autoridad Nacional Palestina han demostrado estar atadas.
Señoras y señores, excelencias, sr. Netanyahu,
Yo ya no puedo soportar la enorme responsabilidad de hablar por un pueblo sin voz, pero ahora me he quedado mudo. Por el presente discurso anuncio el desmantelamiento de la Autoridad Nacional Palestina, con el fin de reflejar la realidad sobre el terreno: seis millones de palestinos entre el río Jordán y el Mediterráneo son discriminados sistemáticamente y no tienen voz.
No somos un estado. No somos una autoridad. Somos un pueblo ocupado con los territorios ocupados. En el desmantelamiento de la Autoridad Palestina, la responsabilidad de esta ocupación queda totalmente en manos del Gobierno de Israel, la potencia ocupante. Hicimos todo lo posible para dar cabida a la necesidad de Israel de un estado a nuestro lado, pero la realidad geopolítica es que Israel hizo todo lo posible para que esta solución sea imposible.
En nombre de todos los palestinos, declaro que nuestras manos todavía están extendidas para el diseño de una solución pacífica para la región, pero esta vez como socios iguales en nuestra patria compartida.
 Rida Abu Rass es un ciudadano palestino de Jaffa, Israel, actualmente completando un título de posgrado en la Universidad de Brandeis en Boston.

viernes, 16 de octubre de 2015

ELEGÍA A PALESTINA

Cúpula de la roca en Jerusalem

Palestina


Cuando pienso en Palestina
no me es fácil explicar
lo que comienza a pasar
y agitarse en mis ideas
Palestina no está muerta
día a día la desangran
alzan muros, abren zanjas
aquellos que la asesinan 

construyen una mentira
algo que en ellos evoca
lo que es vivir en Europa
la gran dicha de occidente
quieren destruir oriente
con el odio que transpiran
pero al espejo no miran
pues se creen diferentes

yankis, rusos, europeos,
por simple impulso ambicioso
patriotismo mentiroso
nacido de la rapiña
los cubre como la tiña
mientras sobre los escombros
construyen sus propios guetos
que quedarán obsoletos 

y lo que no han destruido
simplemente lo han robado
y quieren vivir tranquilos
de lo que se han apropiado
por la fuerza y la violencia
sin ninguna penitencia
éso jamás sucedió
el ladrón siempre pagó

podrán llegar a cien años
o tal vez un poco más
no será sólo esta vez
que a Palestina hacen daño
ya lo hicieron desde antaño
pero al final nadie pudo
ni para siempre mantuvo
oculta la sordidez

recurriendo a mil mentiras
a mucha gente embaucaron
pero tan mal se portaron
que el apoyo que tenían
la compasión que pedían
rápidamente agotaron
si las cosas les van mal
a dónde regresarán

pues muy simple, calabaza,
cada cual para su casa
ya lo dijo Helen Thomas
y no era ninguna broma
que retomen su camino
por el mismo que han venido
Rusia, América o Europa
cada cual donde le toca

y no sólo son ladrones
sino también asesinos
muy valientes con los niños
o matando con los drones
si tuvieran que medirse
cara a cara con iguales
se vería cuánto valen
los campeones del embuste

Palestina agonizante
surcada de horribles muros
manchada con inmundicias
de tanto mal inmigrante
Palestina la sufriente
la sola y abandonada
muchos hablan, no hacen nada
mientras mueren los valientes

alegan que esa es su tierra
por algún dios prometida
que ellos son sus descendientes
toda esa historia es mentira
ese pueblo palestino
estuvo siempre en su sitio
y por esa santa tierra
ellos sí tienen cariño

la cultivaron, la amaron
la sintieron siempre viva
ésa es su gente nativa
ellos sí la respetaron
mas los que luego llegaron
ésos la tienen cautiva
violan, abusan, saquean 
su esencia falsificaron

y tanto horror han causado
masacrando sin piedad
sin importarles la edad
de todos han abusado
a lo más bajo han caído
a lo más ruin han llegado
ellos siempre lo han sabido
aunque hay muchos engañados

quisieran creerse el cuento
que repiten donde quiera
mas saben que es infecundo
que tienen todo en su contra
artistas del fingimiento
con un libreto gastado
no es que el mundo los ha odiado
son ellos que odian al mundo

esas hordas invasoras
esos bárbaros sin ley
con esas moles monstruosas
el paisaje desmejoran
crean un mundo postizo
no se olvidan lo que hizo
la gente que tanto admiran
y con recelo los mira

Civilización... qué has hecho
hoy te encuentras dividida
y muestras feas heridas
que las guerras te han dejado
Tú que el arte has apreciado
heredera de culturas
supiste volverlas tuyas
pero hoy te has extraviado

rehén de tus enemigos
con viejas deudas pendientes
tentada por los extremos
bastante venida a menos
mirabas para otro lado
y en tus laureles dormías
y lo peor, permitías
aquel engendro mal hecho

Mira ahora a Palestina
mirala bien que es tu obra
el destino ya te cobra
su destrucción y su ruina
tu indiferencia asesina
disimuladas maniobras
entre fingidas zozobras
hoy a todos nos lastima.

~ o ~

miércoles, 14 de octubre de 2015

Un domingo cualquiera en Oriente Medio

 de Isaac Rosa en Zona Crítica de eldario.es

 

 

Desde que el elefante tejano entró en 2003 en la cacharrería más delicada del planeta, apenas queda algo en pie en la región. Un día cualquiera en Oriente Medio. Por ejemplo, el pasado domingo.
Mientras nosotros discutíamos quién iba y quién no a la recepción de palacio, la aviación rusa lanzó 55 ataques en Siria; el ejército de Al Asad recuperó terreno ayudado por fuerzas libanesas de Hezbolá; grupos sirios anunciaron una inminente ofensiva sobre la ciudad de Raqqa apoyados por tropas kurdas y armamento estadounidense; Líbano atacó posiciones del ISIS en la frontera con Siria; 44 kurdos del PKK murieron en bombardeos turcos en Irak y Turquía; la aviación iraquí bombardeó un convoy donde creía que viajaba un líder del ISIS…
Esperen, que cojo aire y sigo: el mismo domingo, Francia reveló la muerte de seis yihadistas franceses en sus bombardeos en Siria; Irán probó un nuevo misil de largo alcance; Estados Unidos lanzó 50 toneladas de munición para apoyar a sus “rebeldes”; Al Qaeda llamó a la movilización general contra Siria y Rusia; Turquía señaló al ISIS como autor del atentado que dejó 97 muertos; un palestino de 13 años murió de un disparo israelí durante una manifestación; una mujer palestina embarazada y su hija de dos años murieron en un bombardeo israelí sobre Gaza; cuatro israelíes fueron heridos por nuevos ataques a cuchillo de palestinos; Rusia y Arabia Saudí acordaron reforzar su cooperación contra el terrorismo; y el Sunday Times informó de que los aviones británicos podrían entrar en combate con aviones rusos…
No está mal para ser un domingo, ¿eh? Y esto es solo la letra grande, lo que la prensa filtra. Asomarse estos días a la actualidad de Oriente Medio garantiza no pegar ojo en toda la noche. La acumulación de zonas de conflicto, intereses y contendientes es tal que, en el mejor de los casos, no entenderemos nada: sirios de varios bandos, iraquíes, turcos, kurdos, libaneses, franceses, británicos, rusos, estadounidenses, más elementos de Al Qaeda y el ISIS, y turistas de la Yihad llegados de todo el planeta, se mezclan en una guerra de todos contra todos, donde nadie tiene narices de dibujar un mapa de zonas controladas, y donde los fabricantes de armas están saldando todos los restos de almacén.
No digo nada de la incomprensible política de alianzas, por la que dos se pelean en una ciudad pero son aliados pocos kilómetros más allá contra un enemigo común que a su vez tiene que llamar por teléfono antes de disparar, a lo Gila, para ver si el de enfrente es el enemigo o si un cohete mal disparado inicia la Tercera Guerra Mundial. Sumen a todo lo anterior el eterno conflicto palestino-israelí, que estos días sube de nuevo la temperatura, y ya estamos todos.
¿Qué más puede salir mal en Oriente Medio? Todo puede salir mal, incluso peor. Tanto, que muchos añoran los no muy lejanos tiempos de paz y equilibrio regional. Sí, en algunos casos era la paz de los cementerios y el equilibrio de quienes se apuntan mutuamente, pero eran paz y equilibrio, y tras el espejismo de las primaveras árabes todo ha ido a peor en la mayoría de países.
Cuesta distinguir dónde empezó todo, cuál fue la chispa que hizo saltar por los aires una región que tampoco es que haya sido alguna vez un remanso. El elefante tejano entró en 2003 en la cacharrería más delicada del planeta, y hoy todos pisan sobre añicos. En su momento hubo quien pronosticó un imparable efecto dominó: democratizando Irak por la vía militar, llegaría la democracia a todo Oriente. Doce años después, rotos todos los equilibrios políticos y religiosos en la zona, casi no queda una ficha de dominó que se mantenga en pie, el tablero está hecho unos zorros, y la democracia, ya tal.
Si el efecto mariposa, en su versión popular, provoca un huracán al otro lado del planeta por el aleteo inofensivo de un insecto, en Oriente Medio no hubo mariposa inicial, sino directamente un misil, y su interminable onda expansiva dejó ayer una mujer en silla de ruedas en una playa de Canarias.

sábado, 3 de octubre de 2015

Sisi destruye miles de viviendas egipcias en una campaña antipalestina


The Electrinic Intifada

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.


 
Un niño palestino observa las excavadoras que trabajan en el lado egipcio de la frontera con la Franja de Gaza, 1 de septiembre. Egipto ha destruido miles de hogares de sus propios ciudadanos con el fin de aislar aún más a Gaza. Abed Rahim Khatib imágenes APA
El 27 de octubre de 2014, los soldados llamaron a la puerta de una anciana en la ciudad egipcia de Rafah, cerca de la frontera con la Franja de Gaza.
Según Um Muhammad, un vecino y testigo presencial, un oficial le dijo a la mujer de edad avanzada que el ejército destruiría su casa al día siguiente.
Cuando la mujer respondió que ella y su familia había vivido allí toda su vida, el oficial dijo: "Eso es todo, no hay tiempo para hablar. Mueve tus cosas desde este momento". Si no lo haces, le dijo el oficial, "la demoleremos con todo en el interior".
La mujer dijo una oración y luego le dijo al oficial: "Nos estás pateando fuera de nuestra patria."
"Ve a buscar otra patria", replicó el oficial. "No quiero oír ni una palabra".
La casa de Um Muhammad también fue demolida unos días más tarde, un edificio de tres pisos que albergaba a muchos miembros de la familia, incluidos los niños.
Estas son sólo dos de las historias que se detallan en un nuevo informe de Human Rights Watch sobre los desalojos forzados del régimen militar egipcio para crear una "zona de seguridad" en la frontera y además aislar a los palestinos en la Franja de Gaza.
La destrucción se ha hecho con el pretexto, sin pruebas que la respalden, de que han entrado insurgentes y armas a Egipto desde Gaza.
El ministerio de Relaciones Exteriores de Egipto respondió al informe de Human Rights Watch defendiéndose con afirmaciones de que está actuando para "asegurar" sus fronteras contra "oleadas de terrorismo".
Destrucción masiva
 Una imagen de satélite muestra el centro de Rafah, Egipto, cerca de la frontera con Gaza, el 5 de octubre de 2014, antes de las demoliciones masivas que efectuó el ejército egipcio.


Esta otra imagen de satélite muestra el centro de Rafah, Egipto, el 12 de agosto de 2015, después de que, prácticamente, todos los edificios fueronadestruidos.

Según Human Right Watch, de julio 2013 a agosto 2015, las fuerzas egipcias han destruido al menos 3.255 hogares, negocios, edificios administrativos y comunitarios en la península del Sinaí a lo largo de la frontera con Gaza.
El informe de 90 páginas se basa en entrevistas con las familias afectadas y otros testigos, así como en el análisis de imágenes de satélite de alta resolución.
La mayoría de las demoliciones han sido en Rafah, una ciudad egipcia de 78.000 habitantes, que se encuentra justo al otro lado de la frontera de la ciudad palestina del mismo nombre.
"Las extensas familias que habían vivido lado a lado durante décadas se vieron dispersadas, obligadas a abandonar las casas de varios pisos que habían construido junto a sus familiares y que pasaron de generación en generación", señala el informe. "Algunas familias se quedaron sin hogar y vivían en tiendas de campaña o cobertizos en terrenos abiertos o en los asentamientos precarios".
La actual campaña de destrucción es casi seguro ilegal según el derecho internacional, concluye Human Rights Watch.
Las demoliciones se han llevado a cabo en una atmósfera de miedo e intimidación y a menudo con violencia brutal. No les otorgaron a los habitantes ninguna oportunidad para oponerse, se les ha concedido una compensación mínima e insuficiente y en el caso de las tierras agrícolas incautadas sin compensación alguna, dice el informe.
Aislamiento de Gaza
Egipto, a petición de Israel y Estados Unidos, ha tratado de aislar a Gaza durante años. Debido al asedio que Israel comenzó en 2007, los túneles entre Gaza y Egipto se convirtieron en una vía vital, ayudando a evitar la escasez de bienes esenciales inducida por Israel.
Nada menos que 250 túneles operaban a principios de 2013, con la aprobación tácita de los funcionarios egipcios que cosecharon sobornos por permitir su funcionamiento.
Tanto los gobiernos del presidente egipcio depuesto Hosni Mubarak como su sucesor democráticamente elegido Mohammed Morsi, hicieron esfuerzos esporádicos para disminuirlos, incluyendo la construcción de un muro de acero subterráneo financiado por Estados Unidos y por inundaciones con aguas residuales.
Pero el esfuerzo para destruir los túneles fue relanzado con renovada determinación y brutalidad por Abdelfattah al-Sisi, el general que tomó el poder en el golpe militar de julio 2013 contra Morsi.
Human Rights Watch dice que, incluso si los túneles eran un blanco legítimo, la destrucción masiva de viviendas es innecesaria e injustificada: todos ya habían sido cerrados antes de que comenzaran las demoliciones masivas, quedando en pie un estimado de 10 túneles.
Culpar a los palestinos
El pretexto para el desalojo ha sido el de luchar contra la creciente insurgencia en la provincia del norte del Sinaí. La insurgencia se intensificó después de que fuerzas de Sisi masacraron a más de 817 manifestantes civiles en El Cairo en un solo día, el 14 de Agosto de 2013.
La mayoría de los desalojos y demoliciones ocurrieron después del 24 de octubre de 2014 cuando un grupo insurgente basado en el Sinaí, Ansar Beit al-Maqdis, lanzó un gran ataque contra un puesto de control del ejército en el norte de Sinaí, matando a 28 soldados.
Más tarde, el grupo prometió lealtad al Estado Islámico, también conocido como ISIS o ISIL, y cambió su nombre a Provincia de Sinaí.
Sisi insiste en que la insurgencia está siendo impulsada por combatientes y armas recibidas desde Gaza a través de los túneles, a pesar de que no hay evidencias serias presentadas para respaldar tales afirmaciones.
Tanto antes como después del golpe de Estado, los medios de comunicación controlados por el Estado y los privados de Egipto han participado en campañas de propaganda intensa y fantasiosa que culpa a los palestinos de la diminuta Gaza de casi cada desgracia que se ha abatido sobre el país de 82 millones de habitantes, incluyendo la insurgencia.
Esto a pesar del hecho de que ninguna facción palestina significativa, sobre todo y por cierto no Hamas, que se desarrolla en al interior de Gaza, tiene algún motivo para apoyar una insurgencia semejante, dado que Egipto es la única salida al mundo para la gran mayoría de los 1,8 millones de residentes de Gaza.
Grupos que pretenden ser fieles al Estado Islámico, por otra parte, han declarado su enemistad hacia Hamas, porque los líderes de Hamas la declararon hacia el Estado islámico.
¿Relevan a Israel en este cometido?
Human Rights Watch, afirma con cautela que "no está claro en qué medida los [túneles] hacen una contribución efectiva a la capacidad militar del grupo Provincia Sinaí o a la insurgencia en general".
Citando tanto informes de prensa como declaraciones del gobierno, Human Rights Watch afirma que "la mayoría de las armas pesadas en uso en el Sinaí, incluyendo ametralladoras pesadas, misiles antiaéreos disparados desde el hombro, y misiles antitanques, probablemente hayan pasado de contrabando desde Libia y fueron comprados, almacenados y vendidos en el Sinaí".
"Los funcionarios israelíes y estadounidenses han expresado su preocupación por el contrabando de armas desde el Sinaí a Gaza, pero rara vez se han quejado de que ocurra el camino inverso”, añade el informe. "De hecho, la zona de amortiguamiento parece ser tan importante para la seguridad de Israel como de Egipto".
Y esta parece ser una parte importante de la motivación de Sisi, al menos de acuerdo a una declaración que hizo en una entrevista con los medios en noviembre de 2014 y que se cita en el informe: "Cuando tomamos medidas de seguridad en el Sinaí, esas medidas confirman nuestra soberanía sobre el Sinaí, que es parte integral del territorio egipcio. Nunca vamos a permitir que nadie lance ataques desde nuestro territorio contra los vecinos o contra Israel".
La sumisión de Sisi a Israel es, sin duda, una extensión de las políticas antipalestinas adoptadas por la elite gobernante de Egipto desde que los dos países firmaron la paz en la década de 1970.
Pero Sisi, en particular, tiene una deuda de gratitud con los grupos de presión de Israel, incluyendo el AIPAC, que instó a la administración estadounidense del presidente Barack Obama para que respalde su régimen golpista.
Respaldo de Obama
Los desalojos masivos de egipcios han recibido "prácticamente ningún escrutinio o condena internacional", afirma Human Rights Watch. Los partidarios de Sisi del Golfo y de la UE, entre ellos Alemania, Francia y el Reino Unido, han guardado silencio acerca de la destrucción.
Obama, como era de esperar, les ha dado su pleno respaldo. Un portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos dijo el 30 de octubre 2014 "entendemos la amenaza que ellos [el régimen militar egipcio] enfrentan desde el Sinaí", y que "Egipto tiene derecho a tomar medidas para mantener su propia seguridad".
Al parecer, este "derecho" incluye no solo la colusión en el castigo colectivo de Israel de los palestinos en Gaza, sino también victimizar a miles de egipcios cuyo único delito es ser sus vecinos.