jueves, 12 de febrero de 2015

"PERIODISTA COMPRADO"

PÁGINA 12

Por Telma Luzzani *
 
Libia, febrero de 2011. Los diarios “serios” del mundo anunciaban, con títulos alarmantes, que Muammar Khadafi estaba bombardeando a su pueblo, que iba a envenenar las aguas del país y que por las calles corrían ríos de sangre. Salvo voces solitarias como la de Jordán Rodríguez, corresponsal de la venezolana Telesur, los medios masivos de gran tirada repetían la noticia sin chequear su veracidad. Peor aún: publicaban falsedades a sabiendas, por dinero, con el objetivo de crear el clima propicio para que Naciones Unidas, pocas semanas después, el 17 de marzo de 2011, autorizara los bombardeos de la OTAN sobre Libia.
Así lo confiesa Udo Ulfkotte, uno de los más prestigiosos periodistas alemanes, en su libro Periodistas comprados (Gekaufte Journalisten, Editorial Kopp), un éxito de ventas. En su libro, Ulfkotte admite haber aceptado coimas para escribir, entre muchos otros artículos tendenciosos, uno donde denunciaba supuestos planes de Khadafi para usar gas venenoso contra su pueblo. “En innumerables ocasiones puse mi firma en notas que me entregaron los servicios de inteligencia de Estados Unidos, de Alemania o de la OTAN. Mentí, traicioné, recibí sobornos y oculté la verdad a la opinión pública. No hacía periodismo sino propaganda. Me avergüenzo aunque sea tarde para revertirlo.” Y advirtió: “Hoy pasa lo mismo: hay periodistas sobornados para mentir y convencer a la gente sobre la necesidad de una guerra contra Rusia”.
Ulfkotte acaba de cumplir 55 años. Estudió jurisprudencia y ciencias políticas en Freiburg y Londres. Tiene 25 años de periodismo, 17 de los cuales fue editor de uno de los diarios más importantes de Alemania, el Frankfurter Allgemeine Zeitung. Como corresponsal de prensa vivió en Irak, Irán, Afganistán, Arabia Saudita, Egipto, entre otros países de Medio Oriente. Políticamente se ubica en el nacionalismo de derecha, lo que explica la furia que siente por lo que él considera la “colonización” de Alemania y Europa por parte de EE.UU. “Alemania se ha convertido en un país bananero”, remacha una y otra vez. Fue colaborador del ex canciller Helmut Köhl y en la actualidad se identifica con el movimiento racista antiislámico Pegida.
Según documenta en su libro, en parte autobiográfico, hay un tráfico de sobres que van desde la embajada estadounidense, en Berlín, hasta las principales redacciones de los medios alemanes. “Pasan la información o directamente mandan redactado el artículo o el editorial que quieren publicar.” Inmediatamente ofrece una lista hiperdocumentada con nombres y apellidos tanto de los periodistas (se incluye) como de las organizaciones que hacen “lobby” para instalar en la opinión pública lo que será el “sentido común predominante” en coincidencia con los puntos de vista de EE.UU. o la OTAN. El esquema –dice Ulfkotte– se repite para los programas de radio y televisión. “Salvo pocas excepciones, las redacciones europeas son sucursales de los servicios de la CIA y de la OTAN.”
¿Cómo reaccionó el poder mediático?
“Cuando los abogados del Frankfurter Allgemeine Zeitung supieron que el libro estaba en imprenta me enviaron una carta advirtiéndome sobre las consecuencias legales que enfrentaría por publicar nombres y secretos. Ellos saben que yo tengo pruebas de todo”, dijo el periodista en una entrevista al diario Russia Insider. Y por supuesto su libro, que desde octubre del 2014 es best seller en Alemania, apenas si es conocido en el resto del mundo. “Ninguna de las empresas mediáticas permite hacer notas sobre ‘Periodistas comprados’ –aseguró al diario ruso–. Ningún periodista puede hacer una bibliográfica sin arriesgarse a quedar sin trabajo. Por lo tanto estamos ante un libro que es un éxito editorial en ventas pero a ningún periodista le es permitido escribir o hablar de él.”
¿Por qué decidió Ulfkotte dar este paso? “No tengo hijos y estoy enfermo”, explicó. “Mi salud quedó seriamente dañada después de un ataque con gas en 1988 en Irán. Tuve tres paros cardíacos. Lo pensé durante cuatro años y me decidí a escribir la verdad sobre lo que hacen los medios y los periodistas alemanes. Ahora, están buscando una guerra en Europa con el pretexto de Ucrania. Y eso me preocupa. No quiero más guerras. No quiero ser parte del largo brazo de propaganda de la OTAN. No quiero apoyar el belicismo. Estoy preparado para asumir las consecuencias.” Luego bromeó con el periodista del Russia Insider: “Tal vez tenga que terminar pidiendo asilo en Rusia como el ex espía norteamericano Edward Snowden”.
Sobre el conflicto en el este de Ucrania, Ulfkotte cree que la manipulación de la noticias es masiva. Según él, no hay dudas de que, cuando el semanario alemán Der Spiegel publicó la información de que el Boeing malayo (vuelo MH 17) fue derribado sobre Ucrania por un misil ruso, lo hizo bajo el dictado de los servicios especiales aunque sin presentar ninguna prueba. Ulfkotte recuerda que esa noticia sirvió de pretexto para que Occidente impusiera sanciones económicas contra Rusia, algo que para él debe ser interpretado directamente como “una declaración de guerra económica a gran escala, luego complementada con la reducción artificial del precio del petróleo y la depreciación del rublo, todo orquestado con el mismo fin”.
Tres meses después de editado, el libro de Ulfkotte sigue siendo casi desconocido, mientras la guerra en el este de Ucrania avanza. Este fin de semana, en el marco de la Conferencia de Seguridad de Munich, Europa remozó su doctrina militar bajo el ojo vigilante y los buenos consejos de EE.UU., representado por su vicepresidente, Joe Biden, y su canciller, John Kerry. Uno de los debates se centró sobre la entrega o no de armas a Ucrania. EE.UU. apostó por la opción bélica. La canciller Angela Merkel rechazó de plano la entrega de armas. Pero el presidente ucraniano, el prooccidental Petro Poroshenko, usó el foro de Munich para mostrar unos pasaportes rusos que supuestamente portaban soldados en el este de Ucrania. ¿Casus belli? Veremos en pocos días el desenlace.
* Periodista y escritora especializada en política internacional.

lunes, 9 de febrero de 2015

Israelíes ocultaron en el HSBC unos 10.000 millones de dólares

Jerusalén, 9 feb (EFE).- Más de 6.200 israelíes o residentes en Israel tenían cuenta en la entidad bancaria suiza HSBC, donde llegaron a depositar unos 10.000 millones de dólares, informaron hoy medios locales al dar cuenta de la apertura de una investigación por parte de la autoridades fiscales.
Las cifras convierten a Israel en el sexto país más afectado por el escándalo fiscal que ha destapado el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) con la publicación de la llamada "Lista Falciani".
Según el diario digital "The Times of Israel", el dinero de los israelíes estaba distribuido en 9.769 cuentas en el HSBC, y uno de los titulares tenía hasta 1.500 millones de dólares en la suya.
La mitad de los 6.200 depositarios tiene la nacionalidad israelí y los demás están relacionados fiscalmente con la Hacienda de este país, bien por residencia o por negocios.
Entre ellos destaca el marchante de petróleo Jonathan Kollek, con doble nacionalidad israelí y canadiense.
Otros israelíes con depósitos en Suiza son el empresario del diamante Beny Steinmetz, el conocido rabino Yeshayahu Pinto -sospechoso de soborno en otro caso- y el empresario Zadik Bino.
La ICIJ, una organización con sede en Washington y que colabora con diferentes medios de comunicación en el mundo, dio a conocer hoy que el banco HSBC tenía 106.000 clientes de 203 países que ocultaron a las haciendas públicas respectivas más de 100.000 millones de dólares, según el informe que figura en su página web.
La denominada "Lista Falciani" ha llevado a la apertura de una investigación por parte de las autoridades israelíes, que tratan de conseguir los detalles de la misma que son relevantes para saber el alcance de la evasión fiscal.
El servicio de noticias Ynet informa de que la Hacienda israelí investigará si el dinero depositado en el HSBC han sido, o debía haber sido, declarado por sus propietarios en este país, dado que una buena parte de ellos tienen residencia en otras naciones.

SINVERGUENZAS DE ALTO VUELO

La "decente y sofisticada" Suiza y el "grande y prestigioso" banco inglés, están al nivel de cualquier "paraíso fiscal" de cuarta categoría y de cualquier pseudo empresario delincuente. Se caen las caretas.

 

HSBC ayudó a evadir US$ 12.500 millones a 9.187 clientes franceses

EFE

PARÍS. El banco británico HSBC ayudó a evadir el equivalente de 12.500 millones de dólares a 9.187 clientes que deberían haber declarado su dinero al fisco francés, según los detalles de la “Lista Falciani” publicada por Le Monde.
    Sede del HSBC en Ginebra, Suiza.
En esa lista figuran artistas, como el humorista Gad Elmaleh, la cineasta Lisa Azuelos, el cantante Philippe Lavil; deportistas como el futbolista Christophe Dugarry, políticos como el senador centrista Aymeri de Montesquiou; o empresarios como Jacques Dessange, las familias Mentzelopoulos o Ouaki; y hombres de negocios conocidos por sus actividades turbias como Jean-Charles Marchiani.
La administración francesa ha recuperado 300 millones de euros en los cuatro años que lleva trabajando con los documentos entregados por el antiguo empleado de la filial suiza de HSBC Hervé Falciani, precisó Le Monde.
El primer ministro francés, Manuel Valls, precisó que se han llevado a cabo “cerca de 2.300 controles” y se han formalizado 130 denuncias en relación con esos ficheros, en una entrevista a la emisora de radio Europe 1.
“El Gobierno está determinado a luchar contra el fraude fiscal, contra los paraísos fiscales”, y tiene intención de hacerlo “ también a nivel europeo”, subrayó Valls.
Elmaleh, la personalidad más mediática entre los franceses, tuvo entre 2006 y 2007 una cuenta con casi 80.000 euros como máximo y, según el vespertino, ha regularizado su situación con Hacienda, como también el artista Christian Boltanski. En la misma línea, ha hecho lo mismo Lisa Azuelos, según la versión de su responsable de prensa sin dar más precisiones.
El cantante Philippe Lavil señaló que eso ocurrió hace “mucho tiempo”, que él “nunca” había abierto una cuenta en el extranjero y que por su parte no había voluntad de evadir sus impuestos.
El futbolista Christophe Dugarry, que se ha reconvertido en consultor deportivo tras colgar las botas, abrió una cuenta en 2005 asociada a una sociedad pantalla -Faroe Capital- y domiciliada en las Islas Vírgenes, con más de 2 millones de euros.
Uno de los abogados del empresario del sector de la peluquería Jacques Dessange, reconoció que ponerse en orden con el fisco “ le ha costado caro ” a su cliente. Había evadido 1,6 millones de euros en Suiza, de acuerdo con los datos de 2006-2007.
La familia Mentzelopoulos ha abierto un proceso de regularización por los haberes escondidos en Suiza y en diversos paraísos fiscales, en particular en las Islas Caimán.
Le Monde había presentado en enero de 2014 el trasfondo de las investigaciones que se llevaban a cabo en Francia a partir de las listas de Falciani. Días después, una persona a la que el diario no quiso identificar, se presentó en su redacción para entregarles un lápiz de memoria USB con la totalidad de los ficheros establecidos por el fisco francés a partir de los datos filtrados por el antiguo empleado de HSBC.
Entonces se descubrió que tras las cuentas ocultas había también traficantes de armas o de drogas, financieros de organizaciones terroristas, aparte de políticos, estrellas del espectáculo o del deporte, así como industriales.
Todos ellos habían recibido las incitaciones de la entidad financiera británica para ocultar su dinero gracias a sociedades pantalla, generalmente domiciliadas en Panamá o en las Islas Vírgenes británicas con el objetivo en especial de escapar a ciertos impuestos europeos.
Francia es el quinto país más afectado por este montaje de fraude masivo atribuido a HSBC, por detrás de Suiza, Reino Unido, Venezuela y Estados Unidos.

El horror se llama Hebrón


Mario Vargas Llosa 

Muro instalado en una calle de Hebrón para proteger a los colonos donde una pintada dice: "Muerte a los árabes".
El acoso permanente que padecen los árabes en Hebrón por parte de los colonos judíos ha convertido esta ciudad en la imagen de la desolación y el dolor. Mario Vargas Llosa narra en este nuevo capítulo las penalidades de los palestinos que, a pesar de todo, permanecen en este lugar cargado de historia.


Hebrón, ciudad palestina de unos 130.000 habitantes árabes y 500 colonos judíos, está sólo a 36 kilómetros de Jerusalén, pero llegar a ella es una aventura de contornos kafkianos, que puede durar muchas horas. El mapa indica que hay varias entradas posibles a Hebrón, pero, en la realidad, muchas de esas entradas están clausuradas con grandes piedras o altos de basura o con barreras militares, en las que, como en el juego infantil de "el paraíso" ("¿Es aquí el paraíso?". "No, en la otra esquina") los soldados de guardia, muy amables, despachan al automovilista a otro checkpoint diez o veinte kilómetros más allá que, por supuesto, resulta también cerrado. Después de un par de horas de este juego deprimente optamos por intentar algo que parecía improbable: llegar a la ciudad cruzando por el asentamiento de Kiryat Arba. Lo conseguimos gracias a la aptitud persuasiva del novio de mi hija Morgana, que nos acompañaba y que es judío y habla hebreo.
El asentamiento de Kiryat Arba, con sus elegantes edificios y avenidas arboladas, almacenes, farmacias, jardines y casitas primorosas, todo de una limpieza inmaculada, da la impresión de ser uno de esos suburbios estadounidenses para gente muy próspera y no un lugar que está en el corazón del más tenso y conflictivo rincón del Medio Oriente. Hebrón, en cambio, es la imagen de la desolación y el dolor. Hablo del llamado sector H-2, la parte más antigua de esta antiquísima ciudad -una quinta parte del total-, que está aún bajo control militar de Israel y donde se hallan incrustados los cuatro asentamientos donde viven unos quinientos colonos. En esta zona se halla uno de los lugares más santos para el Judaísmo y el Islam, la llamada Tumba de los Patriarcas, donde, en febrero de 1994, el colono Baruch Goldstein ametralló a los musulmanes que allí oraban, matando a 29 e hiriendo a varias docenas más.

Es para proteger a estos colonos que toda la zona está erizada de barreras, campamentos y puestos militares y recorrida por patrullas israelíes. Pero, tal como van las cosas, esa movilización será dentro de poco bastante innecesaria porque ese sector de Hebrón, donde se lleva a cabo una sistemática limpieza étnica o religiosa, quedará sin vecinos árabes. Su mercado es varias veces centenario y, al parecer, cuando las tiendas estaban abiertas y acudían compradores era tan multicolor, variado y atestado como el de Jerusalén. Ahora está vacío y con las puertas de todos los comercios selladas. Recorriéndolo, uno se siente en el limbo. Y también cuando camina por las desiertas calles de los contornos, con todas las fachadas clausuradas con placas metálicas y en cuyos techos se divisan de tanto en tanto puestos militares. Las paredes de todo este barrio semivacío están llenas de inscripciones racistas "Muerte a los árabes" y también de insultos y amenazas a Sharon, por la desactivación de Gaza. Frente al cementerio hay una inscripción homicida: "Sharon: Rabin te espera aquí".

 El periodista Gideon Levy, del diario Haaretz -un magnífico periodista y un excelente diario, por lo demás- a quien conocí mientras recorría Hebrón, señala en un artículo del 11 de septiembre que en los últimos cinco años unos 25.000 residentes han sido erradicados de sus hogares en la zona H-2 de la ciudad. Y sólo en el barrio de Tel Rumeida, donde está el asentamiento de este nombre, de las 500 familias árabes que allí residían quedan apenas 50. Lo extraordinario es que éstas no se hayan marchado todavía, sometidas como están a un acoso sistemático y feroz de parte de los colonos, que las apedrean, arrojan basuras y excrementos a sus casas, montan expediciones para invadir sus viviendas y destrozarlas, y atacan a sus niños cuando regresan de la escuela, ante la absoluta indiferencia de los soldados israelíes que presencian estas atrocidades. Nadie me lo ha contado: yo lo he visto con mis propios ojos y lo he oído con mis propios oídos de boca de las mismas víctimas. Y tengo en mi poder un vídeo donde se ve la espeluznante escena de niños y niñas del asentamiento de Tel Rumeida apedreando y pateando a los escolares árabes y sus maestras de la escuela "Córdoba" (Qurtaba), del barrio, quienes, para protegerse unos a otros, regresan a sus hogares en grupo en vez de hacerlo de manera individual. Cuando comenté esto con amigos israelíes, algunos me miraron con incredulidad y vi en sus ojos la sospecha de que yo exageraba o mentía, como suelen hacer los novelistas. Ocurre que ninguno de ellos pisa jamás Hebrón ni tampoco lee a Gideon Levy, a quien consideran el típico judío "judeófobo y antisemita".