jueves, 19 de noviembre de 2015

El inicio de la desaparición de la colonia judeo-israelí en Palestina




“Cuando tu fervor se ha extinguido haces perdurar el imperio con tus gendarmes. Pero si únicamente lo pueden salvar los gendarmes, quiere decir que el imperio está muerto.
El que encarcela o ejecuta, ante todo duda de sí mismo. Extermina los testigos y los jueces. Pero para engrandecerte, no basta con exterminar a los que te veían bajo.
El que encarcela o ejecuta es también el que echa sus faltas sobre otro. Luego, es débil.”
Antoine de Saint-Exupéry1
I
Cuando el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu “echa sus faltas sobre otro”, y trata que la Knesset promulgue leyes que le permitan asesinar “legalmente” desde los niños palestinos que tiran piedras hasta el último palestino que se oponga a su delirios, y declara que el BDS2 es el terrorismo no-violento, significa que el gobierno del implantado Estado colonial de Israel ha iniciado el inevitable camino de su propia desaparición.
No digo con ello nada nuevo.
Recuerdo que después de la invasión israelí al Líbano, en 1982, el gran filósofo judío Yehoshua Leibowitz, esa gran figura científica y moral del judaismo contemporáneo, respondiendo a la pregunta que le formulara Sarit Yishai, y que fuera publicada en el semanario Haolam Haze, que dirigía el muy conocido dirigente israelí Uri Avnery, había vaticinado lo que pareciera comenzar a cumplirse:
“Lo que pasó en el Líbano, la masacre horrible cometida en los campamentos de refugiados es un paso suplementario en el proceso del suicidio del Estado de Israel.”
Y asumiendo la responsabilidad de la masacre, no echando faltas sobre otros, dijo: “Somos los responsables de esa masacre”, y para terminar agregaba una frase lapidaria, complementaria del suicidio:
“La humanidad no tendrá opción, tendrá que destruir al Estado de Israel.”
Estoy seguro que ese gran hombre, si hubiera conocido los continuados ataques a la Franja de Gaza, interminables y fatídicos, sobre aldeas indefensas, cometiendo crímenes de lesa humanidad, imprescriptibles, no habría dudado en reiterar esta última frase.
Ya más cercarnos en el tiempo, Shlomo Sand y Gilad Atzmon, también advirtieron y previeron la desaparición del Estado de Israel.
El vaticinio para el futuro de la sociedad israelí, con que finaliza su libro, ese gran pensador que es Shlomo Sand, como él pareciera percibirlo, no difiere de lo que pronosticara Yehoshua Leibowitz:3
“Es dificil saber cuánto tiempo más los árabes israelíes, que representan el 20 por 100 de los habitantes del país, continuarán tolerando ser considerados como forasteros en su propia tierra. Ya que el Estado es un Estado judío y no israelí, cuanto más “israelizados” sean estos ciudadanos árabes en términos de cultura y lenguaje, más antiisraelíes se volverán en sus posiciones políticas, un hecho que de ninguna manera resulta paradójico.
¿Realmente es difícil imaginar que una de las próximas “intifadas” pueda producirse, no en los Territorios Ocupados de la Ribera Occidental sometidos a un régimen de tipo apartheid, sino que estalle en el mismo corazón de una etnocracia segregacionista o, lo que es lo mismo, dentro de las fronteras israelíes de 1967?
Todavía es posible cerrar los ojos a la verdad. Muchas voces continuarán manteniendo que el “pueblo judío” ha existido durante cuatro4 mil años y que “Eretz Israel” siempre le ha pertenecido.
Sin embargo, los mitos históricos que una vez fueron capaces de crear, con la ayuda de un buen puñado de imaginación, la sociedad israelí ahora son poderosas fuerzas que contribuyen a provocar la posibilidad de su destrucción.”
Y otro gran pensador judío, que abandonó para siempre su lugar de nacimiento, el Estado de Israel, el músico Gilad Atzmon, en un reportaje que le hiciera Silvia Cattori, con motivo del lanzamiento de su libro The Wandering Who?, reflexiona en la misma línea de pensamiento de Shlomo Sand, y dice:5
“Independientemente de la lucha palestina, Israel ya no podrá mantenerse. Es una sociedad malsana movida por una codicia implacable. Está a punto de explotar. El Estado judío ha ampliado la cuestión judía en vez de eliminarla. Y creo que es el momento propicio para admitir que puede que no haya una respuesta colectiva a la cuestión. Supongo que cuando los israelíes aprendan a querer a sus vecinos, la paz podrá prevalecer, con todo, cuando esto ocurra puede que también dejen de considerarse elegidos. Se convertirán en personas normales.”6
Y para concluir, sólo puedo hacerme una pregunta y hacerla extensiva a todos aquellos que no adhieren al proyecto colonial que originalmente pergeñara el imperio británico y que luego eclosionó en “una sociedad malsana movida por una codicia implacable”: ¿cómo y qué debemos hacer, desde aquí, desde la Argentina, para que todos los seres humanos, se “conviertan en personas normales”, tal como sueña Gilad Atzmon, “aprendan a querer a sus vecinos” y puedan convivir en paz con todos ellos?
Sueño que compartimos, estoy seguro, todos los seres humanos que poblamos este planeta Tierra, nuestra única Madre Patria, la que como nos enseñara Mahtama Gandhi, no le pertenece a nadie en particular, persona o pueblo, así como el aire, el sol, las estrellas, el cielo y la lluvia, y los frutos que nos dona gratuitamente, así como aquellos que preserva en sus entrañas.
La Tierra es de todos pero de ninguno en particular. Debemos aprender a amarla y compartirla fraternalmente, como los hijos aman y comparten a su madre.
Suponer que una de las tantas deidades primitivas, Jhwh, adorada por un ínfimo grupúsculo en los inicios de las sociedades que comenzaron a formarse, en la región conocida como Canaán, como consecuencia del crecimiento poblacional, privilegiaría a ese grupúsculo otorgándole un pequeño territorio del planeta Tierra, en comodato y por toda la eternidad, y constituir ese hecho transcripto por ese mismo grupúsculo en una narración que pretende que es “sagrada”, y, además, que todos los seres humanos que poblaron, pueblan y poblarán nuestro planeta Tierra, acatemos esa narración ficional, novelística, ficticia, reitero, siguiendo las sugerencias de Gilad Atzmon, pienso y siento que es una de las concepciones más ingenuas y desequilibradas que haya leído en mi vida.
Y por ello, como Gilad Atzmon: “Supongo que cuando los israelíes aprendan a querer a sus vecinos, la paz podrá prevalecer, con todo, cuando esto ocurra puede que también dejen de considerarse elegidos. Se convertirán en personas normales.”

 

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