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Gideon Levy |
Haaretz
Traducido del inglés para Rebelión por Javier Sarquis |
La
injusticia puede continuar durante muchos años más. ¿Por qué? Porque
Israel tiene más fuerza que nunca y Occidente le permite actuar de
manera salvaje.
A través de la bruma de la arrogancia
moral, la propaganda en los medios, la incitación, la distracción, el
lavado de cerebro y la victimización de los últimos días, una pregunta
simple vuelve con toda intensidad: ¿Quién tiene razón?
Ya
no quedan argumentos justificados en el arsenal de Israel, del tipo que
una persona decente podría aceptar. Hasta Mahatma Gandhi entendería las
razones de este estallido de violencia palestina. Incluso aquellos que
se horrorizan ante la violencia, que la ven como inmoral e inútil, no
pueden sino comprender cómo se desata cada cierto tiempo. La pregunta es
por qué no irrumpe más a menudo.
Desde la pregunta de quién
empezó hasta a quién hay que culpar, el dedo acusatorio apunta con
justicia a Israel, e Israel solo. No es que los palestinos sean
irreprochables, pero Israel carga en los hombros con la principal
responsabilidad. Mientras Israel no se saque de encima esta culpa, no
tiene derecho a hacer el más mínimo reproche a los palestinos. El resto
es propaganda falsa.
Como escribió hace poco el veterano
activista palestino Hanan Ashrawi, los palestinos son el único pueblo en
la Tierra a los que se exige que garanticen la seguridad de su
ocupante, mientras que Israel es el único país que demanda protección de
sus víctimas. ¿Y cómo podemos contestar?
Como el presidente palestino Mahmoud Abbas preguntara en una entrevista en Haaretz ,
"¿cómo esperan que reacciones los palestinos en la calle después de que
quemaran al adolescente Mohammed Abu Khdeir, del incendio de la casa de
los Dawabsheh, de la agresión de los colonos y del daño a la propiedad
bajo la mirada de los soldados?". ¿Y qué vamos a responder?
A
los 100 años de desposesión y a los 50 de opresión podemos añadir los
últimos años, marcados por la intolerable soberbia israelí que nos está
explotando en nuestras caras una vez más.
Estos fueron los años
en que Israel creyó que podía hacer cualquier cosa sin pagar ningún
costo. Que creyó que el Ministro de Defensa podía jactarse de conocer la
identidad de los asesinos de los Dawabsheh y no ordenar su arresto ,
y que los palestinos se contendrían. Que creyó que casi todas las
semanas los soldados podían matar a un niño o a un adolescente y que los
palestinos se quedarían tranquilos.
Creyó que los líderes
militares y políticos podrían respaldar los crímenes y que nadie sería
enjuiciado. Creyó que se podrían demoler casas y expulsar a los
pastores, y que los palestinos aceptarían todo con humildad. Creyó que
los colonos violentos podrían dañar, quemar y actuar como si la
propiedad de los palestinos fuera suya, y que los palestinos agacharían
la cabeza.
Creyó que los soldados israelíes podrían irrumpir en
los hogares palestinos todas las noches y aterrorizar, humillar y
arrestar gente. Que cientos podrían ser detenidos sin juicio. Que la
agencia de seguridad Shin Bet podría volver a torturar sospechosos usando métodos propios de Satanás.
Creyó que los que presos que habían hecho huelga de hambre y los
excarcelados podían volver a ser detenidos, muchas veces sin razón
alguna. Que Israel podía destruir Gaza cada dos o tres años y que se
rendirían, y que Cisjordania mantendría la calma. Que la opinión pública
israelí aplaudiría, con vítores en el mejor de los casos, o con demanda
de más sangre palestina, en el peor, con una sed que es difícil de
entender. Y que los palestinos lo perdonarían.
Esto puede
continuar durante muchos años más. ¿Por qué? Porque Israel tiene más
fuerza que nunca y Occidente con su indiferencia le permite actuar de
manera salvaje como nunca antes. Los palestinos, mientras tanto, están
débiles, divididos, aislados y desangrándose como en la época de la Nakba .
De manera que esto podría continuar porque Israel puede (y la gente lo
quiere). Ningún otro tratará de detener esto más que la opinión pública
internacional, que Israel ignora por considerarla antisemita.
Y
no hemos dicho una palabra sobre la ocupación y la incapacidad de
terminar con ella. Estamos cansados. No hemos dicho una palabra sobre la
injusticia de 1948, que debería haber concluido entonces, y no haber
continuado con aún más fuerza en 1967 y sin un final a la vista. No
hemos mencionado la ley internacional, el derecho natural y la moral
humana, las cuales no pueden tolerar nada de esto bajo ningún aspecto.
Cuando los jóvenes asesinan colonos, tiran bombas incendiarias a
soldados o arrojan piedras a israelíes, este es el trasfondo. Se
necesita un enorme grado de estupidez, ignorancia, nacionalismo y
arrogancia (o todo eso junto) para ignorarlo.
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