Gilberto López y Rivas
Este 8 de mayo se celebrará el 70 aniversario del triunfo de los
pueblos del mundo sobre el nazi-fascismo, y en particular, se
recordarála victoria sobre Alemania del pueblo soviético, determinante
en esta gesta histórica. En las actuales circunstancias políticas,
económicas y sociales en el ámbito planetario, este aniversario cobra un
significado especial, dadas las amenazas constantes a la pazpor parte
del capitalismo colectivo encabezado por Estados Unidos y la posibilidad
real de una nueva contienda bélica de dimensiones planetarias, que
sería la última que la humanidad librase.
La Segunda Guerra Mundial tiene como responsables no sólo a los
fascistas alemanes, italianos y japoneses, quienes deseando un nuevo
reparto del mundo desencadenaron la tragedia bélica más terrible que
registra la historia; también es necesario señalar la responsabilidad
manifiesta de los imperialistas ingleses, estadounidenses y franceses en
el estallido de la guerra. Sus gobiernos estimularon y permitieron el
rearme de Alemania; solaparon el crecimiento vertiginoso de sus fuerzas
armadas e invocaron una pretendida neutralidad frente a las agresiones
fascistas a Etiopía en 1935, a España en 1936, a Austria y
Checoslovaquia en 1938 y a Polonia en 1939.
México, por haber sido país de acogida del exilio republicano,
conoció de primera mano el crimen que los fascistas cometieron contra la
República Española y el papel que jugó el Comité de no Intervención que
los gobiernos de Inglaterra, Francia y Estados Unidos crearon para
encubrir su clara complicidad en ese crimen. En España, los fascistas
pusieron a prueba sus nuevas armas, sus métodos masivos de exterminio y
toda la experiencia española se constituyó así en la advertencia de lo
que sería el “orden fascista” en Europa. También España se convirtió en
la clarinada que alertaba a los fascistas sobre el indoblegable espíritu
de lucha de un pueblo y la fraterna solidaridad de los
internacionalistas de todos los pueblos del mundo. Este 8 de mayo se
recordará a los y las combatientes de todos los pueblos de España que
nutrieron de espíritu antifascista y de amor por la causa popular a toda
una generación de luchadores contra el fascismo.
Todas las agresiones fascistas de la preguerra quedaron impunes y,
con ello, se permitió que los sueños de expansión mundial de las
potencias del Eje se tornaran cruel realidad. Los gobiernos inglés y
francés pasaron por encima de acuerdos internacionales de mutua defensa
con Polonia y Checoslovaquia, y de la voluntad de sus pueblos,
permitiendo la ocupación nazi de esos países.
Destaco estos acontecimientos históricos porque la historiografía
imperialista se ha encargado de propagar una imagen tergiversada sobre
las causas que provocaron la segunda guerra mundial, pretendiendo
colocar la responsabilidad en la psicopatía de un individuo.
Recurriendo, como lo hacen frecuentemente, al psicologismo, procuran
hacer creer que Hitler y el apetito de poder de una camarilla de
fanáticos desequilibrados fueron la causa de la guerra. Hoy como ayer,
los causantes de la guerra son los capitalistas, los monopolios que
lucran con la muerte de millones, las corporaciones productoras de
armamento, las sociedades anónimas que invierten en el pingüe negocio de
la guerra. Socios alemanes, ingleses, franceses y estadounidenses se
beneficiaron por igual con la matanza de los pueblos.
“Las instalaciones para las cámaras de gas* en las “fábricas de la
muerte” fascistas fueron vendidas por firmas alemanas estrechamente
ligadas a monopolios yanquis, Los “carros de la muerte” se produjeron en
las fábricas alemanas pertenecientes a la Ford y a la General Motors.
El Bank of International Settlements de Basilea, cuyo director era el
banquero neoyorkino Tomas Mackitric, compraba al Reich Bank Alemán el
oro robado por los hitlerianos, así como los dientes de oro de las
personas asesinadas en los campos de concentración.” (V.
IsraelianNicolaev. La segunda guerra mundial. México: Editorial Cartago,
1980, p. 104)
¿Qué pretendían los gobiernos de Estados Unidos, Francia e
Inglaterra con esta complicidad con la Alemania fascista de la
preguerra?
En primer lugar, se buscaba dirigir la maquinaria bélica alemana
hacia el Este, hacia la Unión Soviética. Se quería realizar lo que no
fue posible en los años que siguieron a la Revolución de Octubre de
1917, cuando todas las potencias imperialistas asediaban a la joven
república de los Soviets. Todos los intervencionistas coincidían en su
odio de clase hacía el socialismo. Igualmente, a lo largo de toda la
contienda bélica de 1939 a 1945, el antisovietismo y el anticomunismo
estuvieron presentes como factor subyacente en la singular conducción de
la guerra por parte de los aliados de la Coalición Anti hitleriana. El
retraso en la apertura del Segundo Frente hasta el año 1944 (cuando ya
el curso de la guerra se había decidido en el frente soviético) y la
sistemática política de acciones militares pequeñas, tenían por objeto
lograr el desgaste y la derrota de la Unión Soviética.
Es también significativa para las luchas actuales de los pueblos
contra el despojo y la recolonización capitalista neoliberal, analizar
la experiencia histórica que se presenta en esta Segunda Guerra Mundial:
la traición nacional de la mayoría de los gobiernos capitalistas de
Europa ante el ataque y la ocupación fascistas. La entrega que la
burguesía hace de sus propias naciones en aras de proteger sus intereses
de clase. El mariscal Philippe Pétain, el colaboracionista jefe de
gobierno que entrega Francia a los alemanes, representa cabalmente la
política seguida por la mayoría de los gobiernos europeos establecidos
que, uno a uno, fueron sometiéndose dócilmente a los nazis, instalándose
gobiernos de ocupación en los que estos colaboracionistas desempeñarían
un importante papel en la represión brutal y en la dominación de sus
propios pueblos. Los ejércitos burgueses ofrecieron una resistencia
mínima o simbólica y se desmoronaron ante el ataque fascista. Esta
actitud capituladora y entreguista de los regímenes capitalistas
europeos muestra nítidamente la tendencia histórica de la actual fase de
transnacionalización neoliberal, en el sentido de que los grupos
dominantes no representan más el interés nacional y conforman gobiernos
que Marx consideraba de “traición nacional”, como se demuestra
nítidamente en el caso de México.
Por el contrario, durante el inicio y el desarrollo de la guerra,
especialmente las clases trabajadoras y un sector importante de los
intelectuales, participan activamente en la resistencia antifascista.
Precisamente, la participación activa de los pueblos y el peso decisivo
del pueblo soviético, en particular, van cambiando la naturaleza de la
guerra: de inter-imperialista se trasforma en una guerra popular,
antifascista, justa y necesaria hasta la derrota del fascismo.
En esta guerra de los pueblos contra el fascismo, los comunistas,
especialmente, junto con otros agrupamientos de diversas ideologías,
intervienen directamente en la organización de destacamentos
guerrilleros y de resistencia: efectúan labores de sabotaje y
ajusticiamiento en la retaguardia de los fascistas, manteniendo viva la
identidad y la dignidad nacionales frente a los invasores. Asimismo, los
comunistas integran ese otro ejército de combatientes anónimos que
efectuaban inapreciables trabajos de información y de inteligencia en
las mismas filas del enemigo. Cientos de hombres y mujeres a quienes
tocó luchar en este singular “frente interno”, en el que la mayoría cayó
en manos de los torturadores y asesinos. Combatientes como el comunista
alemán Richard Sorge y el comunista polaco Leopoldo Trepper; y
todos aquellos que igualmente no eran espías profesionales a sueldo,
mercenarios de los aparatos de inteligencia y subversión capitalistas,
sino modestos y valerosos revolucionarios que lucharon y murieron por la
causa del pueblo y el socialismo.
Los trabajos continuos de 70 años de los poderosos medios de
comunicación masiva influenciados y controlados por la concepción
imperialista del mundo pretenden tergiversar esta historia. Se produce
película tras película, serie tras serie de televisión en las que se
presenta a los ejércitos aliados, especialmente al de Estados Unidos,
como la fuerza militar que derrotó a Alemania. La acción militar que se
inicia con el desembarco aliado en Normandía aparece como el
acontecimiento más importante de la Segunda Guerra, intentando con estas
manipulaciones ignorar la contribución del pueblo soviético y los
grandes sacrificios de los pueblos de la Europa ocupada.
La Unión Soviética, independientemente del fenómeno del estalinismo,
constituyó, sin lugar a dudas, el factor decisivo en la derrota del
fascismo. Sus fuerzas armadas se enfrentaron a lo largo de la guerra al
grueso del aparato militar nazi fascista y después de las victorias de
Moscú, Stalingrado, Kursk y Leningrado, se puede afirmar que los
fascistas habían sido estratégicamente derrotados. Los más de 20
millones de muertos, civiles y militares, dan cuenta del peso de los
pueblos de la otrora Unión Soviética en este conflicto bélico.
Este es un hecho histórico que seguramente será silenciado por los
medios de comunicación imperialistas durante este 70 aniversario, como
será convenientemente ocultado que en aquellos países que fueron
ocupados por los aliados occidentales, sus gobiernos se opusieron
enérgicamente a las aspiraciones democráticas y trasformadoras por las
que los pueblos habían luchado, restaurando inmediatamente el orden de
cosas conveniente para el capitalismo, imponiendo una alineación militar
que resultó en la agresiva OTAN, ya en plena “guerra fría”. Asimismo,
el gobierno de Estados Unidos, en particular, sostuvo una política
benevolente con criminales de guerra fascistas, otorgándoles protección,
asilo, y hasta utilizándolos en sus servicios de inteligencia, en sus
centros científicos de investigación con fines bélicos y como asesores
de los regímenes dictatoriales de Nuestra América y de otros
continentes. El fascismo de ayer, se da la mano con el fascismo de hoy,
como se observa en Ucrania, y en numerosos países europeos donde han
resurgido abiertamente grupos de neo-nazis que gozan, como los nazis de
ayer, de la tolerancia de los gobiernos europeos y estadounidense.
Durante estos 70 años de posguerra, la humanidad ha vivido un
periodo en el que si bien es cierto que no ha habido una nueva
conflagración mundial, los pueblos han sufrido múltiples agresiones
militares, económicas, políticas y del llamado de amplio espectro por
parte de los imperialistas estadounidenses y sus cómplices europeos.
En América Latina, en particular, se ha dejado sentir de manera
directa la agresión del imperialismo estadounidense. Nuestra historia
está marcada por la presencia injerencista de Estados Unidos, y por la
acción actual de una recolonización que es considerada como una
ocupación, con sus colaboracionistas y resistentes. Aprender de la lucha
antifascista es primordial, a los 70 años de la capitulación
incondicional del ejército alemán ante el Ejército Rojo.
* No hay elementos verificables de que hayan existido dichas cámaras, supongo que el autor las menciona porque se ha hecho ya un lugar común al referirse a la segunda guerra mundial. Un logro más de la falsificación de la historia.
Para quien desee comenzar a investigar sobre el tema, sugiero:
aunque hay mucho más, no quiero atiborrar la página con enlaces.
RKS.
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