Alberto Cruz
CEPRID
Han transcurrido cinco años desde que China decidió
aprovechar el momento de debilidad de Occidente, como consecuencia de la
crisis financiera, para jugar un papel más enérgico en la política
internacional. China es China, y su concepto del tiempo no tiene mucho
que ver con el Occidental. Ya lo dice uno de sus proverbios, “no temas
ser lento, sólo detenerte”. Por eso China no tenía previsto alterar el
tablero internacional hasta el año 2027 (1), fecha para la que
consideraba habría alcanzado la paridad estratégica en todos los
aspectos (políticos, económicos y militares) con EEUU. Para ello, fue
tejiendo una cautelosa red de influencia en todo el mundo -África, Asia,
América Latina- a través de lo que los académicos chinos denominan “el
consenso de Beijing” y que no es otra cosa que la puesta en práctica de
un modelo político y diplomático que prefiere desarrollar el “poder
blando” –diplomacia, no injerencia y multipolaridad- en contraposición
al modelo tradicional estadounidense y occidental de intervención
militar, unipolaridad e interferencia política.
Pero la prepotencia de EEUU ha hecho que China haya
acelerado sus pasos hasta llegar a la humillación pública de EEUU con la
creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII), el
competidor formal del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.
El sistema diseñado en Bretton Woods en 1945 está agonizando y China es
en gran parte responsable de ello. Surge un nuevo mundo en el que el
imperio ya no es imperio y en el que sus instituciones pasan a ocupar un
papel secundario en la política internacional.
Puede que alguien piense que estas afirmaciones son algo
aventuradas, pero no lo son en absoluto. EEUU ha hecho todo lo posible y
lo imposible porque el BAII no cuajase, desde presionar a los países
para que no se sumasen al mismo hasta intentar desacreditarlo
argumentando, entre otras cosas, que “no cumple con los estándares
internacionales de transparencia, buen gobierno y equidad” (sic). Como
si el BM o el FMI fuesen modelos de todo ello.
Y eso lo dice un país que lleva desde 2010 negándose a
cumplir el acuerdo a que se había llegado en el FMI y en el BM de
otorgar más poder a las llamadas “economías emergentes”. En virtud del
mismo, China se convertiría en el tercer mayor contribuyente del FMI,
por detrás de EEUU y Japón. Pero eso tenía que ir en detrimento de
alguien, y ese alguien eran tanto la Unión Europea como EEUU y Japón. Y
EEUU ha impedido cualquier reforma desde entonces porque de hacerlo
perdería su mayoría de bloqueo.
China aguardó pacientemente que ese cambio se produjese y
ofrecía un argumento de peso: es la primera potencia económica del
mundo y tiene el 3’8% de los derechos de voto en el FMI, mientras que
países como Holanda cuentan con el 2% o EEUU, la segunda economía
mundial, con el 16’8%. Aún así, se conformaba con el tercer lugar.
Pero el tiempo pasa y China ha dicho basta, y lo ha
hecho de una forma indubitable: son 57 los países que han decidido
formar parte del BAII y los hay de los cinco continentes. Pero algunos
no son países cualquiera, sino aliados estrechos de EEUU hasta ahora
como Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia, Arabia Saudita, Israel o
Australia por mencionar sólo algunos de ellos. Incluso Japón, reacio en
un primer momento y principal contribuyente al hasta ahora hegemónico
Banco Asiático de Desarrollo (en el que China sólo tiene el 5’5% de
participación, aunque ha buscado un porcentaje mayor y siempre se ha
encontrado con el veto de Japón, que tiene el 18’7%), ahora está
pensando su participación en el BAII. Pero aunque se incorpore, ya llega
tarde.
Es un golpe demoledor a EEUU. Aunque parezca
sorprendente, toda la historia del BAII parece haber pillado a EEUU con
el pie cambiado. Acostumbrado como está a que nada en el mundo se hacía
sin su consentimiento o conocimiento, daba por hecho que su sola
oposición iba a desalentar a sus aliados. Pero no. Y cuando comenzó a
constatar su fracaso recurrió a lo de siempre: a las amenazas y
“recomendaciones”. Es lo que ocurrió al menos con tres países, Gran
Bretaña, Singapur y Corea del Sur. Esto es lo que se ha hecho público,
aunque seguro que hubo más casos. Pero de esos tres sólo Corea del Sur
se achantó, aunque el pasado 11 de abril pidió finalmente el ingreso
tras un fortísimo debate entre las fuerzas políticas coreanas y tras
haber negado China el ingreso en el BAII a Corea del Norte. A última
hora también pidió su ingreso Taiwán, otro aliado tradicional de EEUU,
aunque China está estudiando la forma de participación que tendrá.
Como es lógico, el “entusiasmo” de algunos países
occidentales no tiene nada que ver con una ruptura con EEUU ni con las
instituciones de Bretton Woods, que tan bien les han servido y
utilizado, sino con la pretensión de lograr grandes contratos y, lo más
importante, para seguir recibiendo el dinero chino que ayuda a sostener
sus debilitadas economías.
El fracaso de EEUU para evitar que tan alto número de
países se sumen al BAII es sonoro y sienta un precedente para que muchos
países comiencen a distanciarse, y a resistir, sus presiones. China
tiene casi 4 billones de dólares en sus reservas y un volumen de dinero
muy superior a todas las instituciones de Bretton Woods juntas, lo que
hace que su nivel de prestación de ayuda a las naciones –sobre todo en
desarrollo de infraestructuras- sea mucho mayor. Por lo tanto, era
inevitable que China pusiese en marcha iniciativas como la del BAII, que
no será la única puesto que el país del centro, que es lo que significa
China, está decidido a crear su propio eje alternativo en los asuntos
financieros mundiales.
En un último intento de poner puertas al campo, Obama,
justo antes de ir a la Cumbre de las Américas, “mostró su preocupación”
porque China utilice “su tamaño y su músculo para intimidar a las
naciones” (2) porque, además del BAII, China ha firmado en lo que va de
mes un acuerdo con Pakistán para suministrarle material militar, con
Irán y Pakistán para construir un oleoducto que llevaba parado desde el
2012 por presiones de EEUU sobre Pakistán –y esta es la primera
consecuencia del acuerdo preliminar sobre el programa nuclear de Irán y
la disposición manifiesta de China de comerciar a todos los niveles con
este país islámico- y porque China ha sido el único país que ha enviado
buques de guerra al puerto de Adén (Yemen) para evacuar a sus ciudadanos
pese a las amenazas vertidas por Arabia Saudita para que ningún buque
recalase en una ciudad controlada por las milicias huzíes dado que
podría ser objeto de sus ataques aéreos. Lo curioso del caso es que
Obama lo ha dicho sin sonrojo alguno. Como dice un refrán español:
“piensa el ladrón que todos son de su condición”. Como EEUU lo hace,
ahora que el imperio ya no es imperio, o es mucho menos imperio, se
permite el lujo de dar lecciones de moral. Si alguien quiere hacer un
estudio de la hipocresía, aquí tiene un ejemplo perfecto.
Qué es el BAII
El Banco Asiático de Inversión en Infraestructura fue
propuesto en octubre de 2013 por el presidente chino, Xi Jinping, en un
discurso ante el parlamento de Indonesia y se constituyó formalmente el
24 de octubre de 2014 en una ceremonia en Beijing con los representantes
de los 21 países inicialmente considerados fundadores: China, India,
Tailandia, Malasia, Singapur, Filipinas, Pakistán, Bangladesh, Brunei,
Camboya, Kazajstán, Kuwait, Laos , Myanmar, Mongolia, Nepal, Omán,
Qatar, Sri Lanka, Uzbekistán y Vietnam. Es curioso que Indonesia, el
país donde se propuso, no formase parte inicialmente del mismo, aunque
un mes más tarde rectificó y solicitó su ingreso como miembro fundador.
Y es significativo que dos países con los que China tiene litigios
históricos, como India y Vietnam, se hayan incluido desde el primer
momento porque pone de manifiesto que la política china que se recoge en
“el consenso de Beijing” es algo más que una mera retórica.
Como también se ha dicho antes, en la actualidad son 57
los países que forman parte del BAII, entre ellos Rusia, Sudáfrica, Irán
y Brasil. En total, son 34 países asiáticos, 18 europeos, 2 africanos, 2
oceánicos y un latinoamericano.
Tiene como objetivos la infraestructura básica, la
electricidad, el acceso al agua potable, la construcción de plantas de
tratamiento de aguas residuales y medios de transporte. Tendrá una
capitalización cercana a los 100.000 millones de dólares, en su mayor
parte proporcionados por China.
No obstante, y para diferenciarse de EEUU en el FMI y el
BM, China rechaza expresamente tener la mayoría del capital en votos
por lo que su decisión nunca será un motivo de bloqueo mecánico. En el
FMI basta con que EEUU diga que no para que algo no se haga. En el BAII
no habrá una situación similar y no habrá condiciones a los países, al
estilo de los “programas de ajuste” del FMI, porque con el BAII “habrá
que cooperar con las autoridades de zonas en vías de desarrollo,
respetar sus costumbres, y se tendrán que diseñar instrumentos
financieros eficientes, adaptados a cada caso y no uniformes”, como
hacen el FMI o el BM. Es decir, por mucho que algunos quieran hacer ver
que el BAII es un “complemento” del FMI y el BM, no tiene nada que ver,
es su claro reemplazo.
China no quería bajo ningún concepto que se pudiese
comparar su modelo de “poder blando” con los métodos utilizados por EEUU
en los últimos 70 años con las instituciones surgidas de Bretton Woods.
Es decir, sin ser considerado un país que se entromete en los asuntos
de los países y con presiones políticas en ellos. Eso lo logra
claramente con el BAII.
Pero también China lleva años fortaleciendo su moneda,
el yuan o renmimbi, internacionalizada ya de hecho, que no de derecho y
que es su prioridad número uno en la presión que viene haciendo para que
se revisen las cuotas de la cesta de la moneda de reserva del FMI. Ese
es el comienzo del fin del dólar, la baza estratégica de China porque no
falta mucho para que el yuan o renmimbi (que significa “moneda del
pueblo”) va de forma clara a convertirse en moneda de reserva mundial,
disputando la hegemonía al dólar.
En la actualidad el yuan o renmimbi ya es el quinto
medio de moneda de pago favorito de los países, y eso que no es divisa
internacional todavía. Mientras la moneda china sube, el dólar baja. Por
ejemplo, si hace cinco años el dólar suponía el 72% de las reservas de
divisas del mundo, ahora sólo es el 62%, mientras que el yuan o renmimbi
ya está en el 2’9% (y no es divisa internacional aún) y las previsiones
son que este mismo año 2015 se sitúe en el 10% si, tal y como quiere
China y se verá obligado a reconocer el FMI, la moneda china pasa a ser
parte del sistema de derechos especiales de giro. El camino hacia la
desdolarización mundial se acelera, y tanto China como Rusia tienen
mucho que ver en ello.
El BAII se suma a otra iniciativa que está en marcha y
que será operativa el año que viene, el Banco de Nuevo Desarrollo de los
BRICS. En él también China va a tener una participación mayoritaria, el
41% del capital. Serán otros 100.000 millones de dólares, de los que
Rusia, Brasil e India pondrán cada uno 18.000 millones, Sudáfrica 5.000
millones y el resto China. Luego en el 2016 habrá otro orden geopolítico
claro, especialmente en el ámbito económico aunque no sólo. Todos los
países BRICS están también en el BAII.
Esto es lo que preocupa a EEUU y a la UE. Por eso los
esfuerzos de Washington para contener lo incontenible. El nacimiento de
una estructura multilateral debe ser bienvenido porque asentado el poder
económico, vendrá un subyacente poder militar capaz de bloquear a la
OTAN. En este sentido, es relevante lo que ocurra este año en la XIV
cumbre de Jefes de Gobierno de la Organización de Cooperación de Shangai
(OCS) que tendrá lugar en China, aún sin tiene fecha señalada aunque
inicialmente se hablaba de ella para este verano. No obstante, y dado
que Irán ha pedido ser miembro de pleno derecho de la OCS y que el 30 de
junio es la fecha tope para la firma definitiva o no del acuerdo sobre
su programa nuclear, es muy probable que se retrase dicha cita hasta
finales de año si el acuerdo finalmente no se rubrica dado que Irán
habla de que sólo habrá firma final si ese mismo día se levantan las
sanciones a que está sometido, a lo que se opone EEUU.
Adiós a la Asociación Trans-Pacífico
Pero esto no es todo. El BAII ha herido de muerte a la
Asociación Trans-Pacífico
(Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva
Zelanda, Perú, Singapur, EE.UU. y Vietnam) que con tanto empeño y
cuidado montó EEUU para dejar fuera a China. Ahora los chinos le han
devuelto el golpe, y con creces. También por la chulería o prepotencia
de EEUU, que durante tres años ha estado retrasando el acuerdo final de
la ATP por un enfrentamiento con Japón y Canadá por temas agrícolas y de
la industria automotriz. A primeros de este año el Congreso de EEUU
decidió retrasar el tema hasta 2017, lo que dio argumentos a algunos de
los integrantes de la ATP (como Australia y Singapur, por ejemplo) para
sumarse al BAII. Ahora, una vez que estos dos países han decidido formar
parte del BAII, el comité del Congreso estadounidense ha decidido
tramitar la ATP “por la vía rápida”. Pero, al igual que con el dilema al
que se enfrenta Japón, aunque se haga también llega tarde.
Este impasse ha sido, también, aprovechado por China,
que ha propuesto que una vez esté en marcha el BAII, se ponga en
funcionamiento el Área de Libre Comercio del Asia-Pacífico, con lo que
liquida la ATP. Aquí los países latinoamericanos tendrán que entrar,
algo que no han hecho ahora en el BAII.
Tomado todo esto en conjunto, representa la más
formidable humillación hecha jamás a EEUU y el desafío geopolítico de
este siglo XXI que se va a parecer muy poco al siglo XX. Es cierto que
aún hay incógnitas por despejar, como si el proceso de des-dolarización
de la economía va a ser lento o rápido –y, por el momento, tanto el
BAII como el BD de los BRICS van a funcionar en dólares- pero es un
hecho que todo indica que esto es coyuntural, como se ha indicado antes
con el interés de China por internacionalizar el yuan o renmimbi.
Estamos asistiendo a la profundización estratégica de
China y a unos momentos que pasarán a la historia. La creación del BAII
supone el fin de rol de EEUU como garante del sistema económico mundial.
No es extraño que China haya considerado “una aplastante victoria” (3)
la incorporación de tantos países al BAII pese a las presiones de EEUU.
Notas:
(1) Zhang Xiaotong, ideólogo del PCCh y uno de los
artífices de la nueva política exterior china, lo afirmaba en un
artículo publicado en diciembre de 2009.
(2) Reuters, 10 de abril de 2015.
(3) Global Times, 7 de abril de 2015.
Alberto Cruz es periodista, politólogo y
escritor. Su nuevo libro es “Las brujas de la noche. El 46 Regimiento
“Taman” de aviadoras soviéticas en la II Guerra Mundial”, editado por La
Caída con la colaboración del CEPRID.
Los pedidos se pueden hacer a libros.lacaida@gmail.com o bien a ceprid@nodo50.org También se le puede encontrar en librerías.
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