RT – EE.UU. está hundiendo en el caos a la cuna de la
civilización, asegura el analista político Noam Chomsky en un reciente
artículo en el que describe la propagación de la “plaga del Estado
Islámico”.
El célebre lingüista recuerda un artículo
publicado en el portal Alternet que la era en la región del Creciente
Fértil, conocida también como ‘media luna fértil’, comenzó hace casi
10.000 años.
Se extendió desde las tierras de los ríos Tigris y Éufrates, pasando
por Fenicia en la costa oriental del Mediterráneo y alcanzando el valle
del Nilo. De allí se expandió a Grecia y más allá, señala Chomsky.
Según el prolífico autor estadounidense, la tierra del Éufrates y
Tigris ha sido escenario de “indescriptibles horrores en los últimos
años”.

“La agresión de George W. Bush y Tony Blair en 2003, que muchos
iraquíes compararon con las invasiones mongolas del siglo XIII, fue otro
golpe letal más” y logró destruir “gran parte de lo que sobrevivió
en Irak tras las sanciones de la ONU impulsadas por Bill Clinton”,
agrega.
De acuerdo con Chomsky, una de las terribles consecuencias que dejó
la invasión de EE.UU. y el Reino Unido en ese país, y que recoge un
artículo del diario ‘The New York Times’, es el cambio radical que ha
experimentado la ciudad de Bagdad: de los barrios mixtos de 2003 a los
actuales enclaves sectarios.
“Los conflictos agravados por la invasión se han extendido más allá y
ahora la región está hecha trizas”, subraya el analista político. Buena
parte del área del Tigris y el Éufrates está en manos del Estado
Islámico que, a su juicio, defiende “la forma extremista del islam
radical que tiene su hogar en Arabia Saudita”.
“Un obstáculo importante para la propagación de la plaga del Estado
Islámico al Líbano es Hezbolá, un enemigo de EE.UU. y su
aliado israelí”, apunta el filósofo. Además, el grupo yihadista es una
preocupación que tanto Washington como Teherán comparten actualmente.
Chomsky cita también en su artículo las palabras del corresponsal de
Oriente Medio para ‘The Independent’, Patrick Cockburn, quien subraya la
contradicción de la reacción de Occidente ante la aparición del Estado
Islámico: mientras que, por un lado luchan por impedir que el grupo
yihadista avance en Irak, por otro, se esfuerzan por socavar el Gobierno
de Bashar al Assad, el gran rival de esa agrupación en Siria.
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